sábado, diciembre 31, 2011

 

Cruzar el río

Manejas sin respetar los reglamentos viales, sin educación vial alguna, tirando basura y siendo prepotente cuando eres detenido por un oficial de Tránsito.

En eso, cruzas el río y todo cambia. Pasas una línea invisible que al parecer es un límite mágico que causa que cambies tu conducta por completo. De pronto, eres educado, respetas los reglamentos y le das el debido respeto y autoridad a los oficiales de Tránsito.

Pero ¿por qué? ¿Qué cambió? El clima es el mismo. La vegetación no cambia. La gente es igual.

¿Por qué comportarse diferente? Si sólo caminaste unos cuantos metros.

¿Acaso esos metros tienen algo especial? Si en ambos lados se tienen reglamentos, autoridades, ciudadanos, señalamientos, etc., ¿por qué incumples en un lado y en el otro no?

Según el psicólogo Abraham Maslow, esto se debe a que las diferentes estructuras sociales causan comportamientos diferentes.

Se puede comprobar esta teoría al ver que, de un lado, se tiene una estructura democrática basada en el Estado de Derecho (lo que Benjamin Franklin llamaría una República); mientras que, en el otro lado, tenemos una estructura democrática arraigada en una clase política incompetente, en la impunidad y en la falta de compromiso social.

Según los autores de "Freakonomics", Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner, la conducta de las personas es una respuesta a incentivos disponibles, y agregando este concepto a las ideas de Maslow, vemos que en esos metros de diferencias hay dos estructuras diferentes: una que te recompensa seguir la ley; y otra que incentiva la violación de la misma.

Por eso encontramos en Estados Unidos al ex Gobernador de Illinois Rod Blagojevich con una condena de 14 años de prisión por negociar puestos políticos, mientras que en México caminan con absoluta libertad personajes como Arturo Montiel, Adalberto Madero, Humberto Moreira, Carlos Romero Deschamps, entre muchos otros, que han cometido supuestos crímenes de mucha más gravedad que aquellos hechos por Blagojevich.

Vivimos creyendo que el cambio en nuestra estructura social y política depende de los políticos, y nos resignamos a pensar lo contrario. Estamos equivocados y debemos de empezar por entender que la política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos.

El cambio estructural en México se debe llevar acabo de abajo hacia arriba: desde la ciudadanía hacia la clase política.

No hay manera alterna para lograr un cambio en el País que no sea a través de la participación ciudadana.

No basta con participar para exigir que se adopte cierta reforma o programa; se requiere una participación activa que haga valer la instituciones ya presentes. Se requiere una ciudadanía que exija y contribuya a que las políticas publicas sean efectivas.

México está urgido de una sociedad que se involucre en lo temas públicos para poder exigir y participar en las decisiones que se tomen, pues solamente a través de estos mecanismos lograremos formar mejores políticos que estén conscientes de su trabajo y de las necesidades y exigencias de su representados.

El fin de la mediocridad y el estancamiento mexicano se centra en contar con buenos ciudadanos que actúen como tales, y que a través de su ejemplo, participación y exigencia contribuyan a formar una mejor clase de políticos que ayuden a reformar la estructura política y social de este país.

Aprovechemos este cambio de año, y que esta transición de fechas sea como los cuantos metros que caminamos para cambiar nuestra conducta.

El cambio radica en nosotros, y vivamos este 2012 como el México que queremos ver y poco a poco vamos a asombrarnos del poder del ejemplo.

México puede cambiar, pero ese cambio no sucederá si nosotros mismos no nos comprometemos a que suceda.


Eugenio Garza de la Puente
garzaeugenio@gmail.com

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