jueves, febrero 17, 2011

 

Los medios

(16 febrero 2011).- Cuando ocurrió el terremoto de septiembre de 1985 en la Ciudad de México, la información que difundieron muchos medios hizo pensar que la urbe estaba destruida.

Recuerdo que familiares de unos amigos volaron a México procedentes de Colombia, registrando en su equipaje sogas, cientos de pastillas para purificar el agua y equipo para escalar. Las imágenes que difundían los medios, transmitiendo una y otra vez tomas de edificios colapsados y personas afectadas, les convencieron que arribarían a una urbe en ruinas y que debían estar preparados para ayudar a sus seres queridos.

Gran sorpresa recibieron cuando al salir del aeropuerto constataron que el taxi que tomaron se desplazaba casi por toda la ciudad, y que aunque había daños importantes, éstos se registraban en zonas específicas. En el contexto de la tragedia que fue el terremoto, un sector de la población se organizó en labores de apoyo y rescate durante varios días, mientras que el resto, es decir la inmensa mayoría, pronto retomó sus actividades cotidianas.

La anécdota puede parecer chusca, pero fue verdad. ¿Por qué la menciono? Porque algo similar sucede con la forma en la que algunos medios nos bombardean mañana, tarde y noche con notas sobre los hechos violentos y de inseguridad que se registran en nuestra Ciudad y en el País.

Bajo su óptica, pareciera que no hay otros eventos y actividades dignos de destacarse que no sean el asalto, la balacera, los secuestros o el enfrentamiento entre grupos delictivos.

Si esta perspectiva prevalece entre nosotros, una imagen similar se proyecta en el extranjero: México es un Estado casi fallido o un narcoestado a punto de caer en las garras del crimen organizado. Tierra de nadie, tierra de violencia, es peligroso viajar a esa nación.

Y no sólo eso, hoy resulta que la percepción internacional sobre los mexicanos es que somos un pueblo de traficantes, drogadictos y matones. Si antes de la actual coyuntura los migrantes indocumentados en Estados Unidos eran considerados ilegales, ahora recae en ellos el estigma de ser indiscutibles criminales.

Es triste reconocerlo, pero portar en estos días un pasaporte de México ya no es garantía de buena nacionalidad. Ante el mundo, cualquier turista mexicano puede ser considerado un delincuente en potencia.

El abuso por parte de algunos medios del enfoque que magnifica las noticias sobre el crimen está produciendo el efecto del "tiro por la culata". A fuerza de resaltar sólo la dimensión de la violencia y la inseguridad, minimizando la información de otra naturaleza, se genera temor, se ahuyenta la inversión y se promueve una audiencia que se alimenta del morbo, el escándalo y el miedo, en lugar de contribuir a formar una opinión pública crítica y documentada.

¿Ha tenido la oportunidad de escuchar un noticiero radial y televisivo vespertino regiomontano en el cual, al informar sobre algún hecho delictivo, no sólo se aborda el tema hasta el cansancio, sino que la lectura de la nota se acompaña de un audio que reproduce el ulular de sirenas para provocar inquietud en la audiencia?

Cuando algunos medios ven al rating como un fin en sí mismo y no como un instrumento para mejorar la calidad informativa, desaprovechan el enorme potencial que tienen en la construcción de una ciudadanía libre, pesante y democrática.

En su obra "Un Mundo sin Sentido", el filósofo político Zaki Laïdi señala la grave responsabilidad que tuvieron los medios en la agudización y propagación de la sangrienta guerra de Bosnia en 1992-1995. Otro autor, Ken Robinson, también reconoce en el libro "Out of our Minds", la necesidad que tiene la industria noticiosa de producir noticias las 24 horas del día para capturar la atención del público y mantener el rating.

Una cosa es estar informado e informar objetivamente, y otra nutrirse del morbo y sobredimensionar las noticias en aras de una mal ganada popularidad.

Lucrecia Lozano 
lucrecialozano@itesm.mx

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No hay que intentar tapar el sol con un dedo. Definitivamente tenemos un problema grave de inseguridad en México. Hay zonas en el país que son muy peligrosas. Cd. Juárez es la ciudad más peligrosa del mundo, tiene el índice de homicidios por cada 100 mil habitantes más alto del planeta. Sin embargo, la gran mayoría de los mexicanos hacemos nuestra vida casi de manera normal. Vamos todos los días al trabajo, a la escuela. Vamos a comprar el mandado. Los fines de semana vamos a los malls, de compras, al cine.

Obviamente tomamos precauciones. Los antros, los giros negros, sobre todo han visto mermada su clientela significativamente. Muchos han modificado su perfil cambiando de auto o casa. Pero la violencia que los medios transmiten si está exagerada. Las balaceras y ejecuciones, aunque alarmantes, tienen poco efecto sobre la población en general. Si han habido muertos inocentes, por balas perdidas o confusiones, pero son los menos. La gran mayoría de los muertos siguen siendo entre las propias filas de los criminales, policías, y miembros de las fuerzas armadas.

La violencia, inseguridad, que si afecta directamente al público en general es el incremento en el robo de autos, y los secuestros, que todavía siguen sucediendo bastante. Ambos delitos del fuero común que se supone deben perseguir y castigar el gobierno estatal, y prevenir los municipales.

Pero no nos dejemos avasallar por el monopolio de la información negativa. Hay mucha información positiva que no estamos recibiendo y que vale la pena cacarear. Todos los mexicanos debemos empezar a enviar al exterior más información positiva. Brasil está peor en materia de seguridad que México y sin embargo no recibe tanta reseña negativa del extranjero. Debemos empezar por nosotros mismos, los mexicanos, a hacerlo.

Saludos

Dany Portales


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