martes, mayo 12, 2009
Lo que no revela el Genoma mexicano
Ayer se anunció formalmente que se ha descifrado el genoma de los mexicanos... pero hay cosas que no revela.
Gracias a ese trabajo se podrá elaborar una medicina más precisa para enfrentar las grandes calamidades que nos aquejan, como -por ejemplo- la diabetes e hipertensión.
Es un gran avance de los médicos-investigadores del País.
Sin embargo, algunos nos vamos a quedar con las ganas de descifrar algunas cosas adicionales, que tenemos muy arraigadas, además de la propensión a ciertas enfermedades... y del gusto por las tortas de tamal.
Por ejemplo, hubiera sido muy interesante saber si en las cadenas de DNA que constituyen la secuencia de genes existe algo que nos impida ponernos de acuerdo en el interés colectivo.
Muchas veces se ha dicho que la propensión hacia el desacuerdo lo traemos en los genes. Y hoy, por ejemplo, estamos sufriendo con un esquema electoral que no deja contentos ni a tirios ni a troyanos (como quien dice, ni a tricolores ni a albiazules ni de ningún otro color).
Un día sí y otro también escuchamos que no hemos hecho la tarea en materia de reformas estructurales.
La deducción de que hay algo genético en el asunto se infiere cuando llevamos 15 años escuchando lo mismo. Simplemente son diferentes voces, los dichos cambian de forma y tono, pero aluden a lo mismo: no somos capaces de concretar acciones para hacer las cosas esenciales que el País requiere.
Bueno, pero no sólo los grandes asuntos de la nación son lo que parecieran arraigados en los genes que nos definen.
¿Ha visto usted cómo se ponen los verificentros en la capital del País cada fin de mes? Las colas no terminan. Y así seguramente van a estar las oficinas del SAT al final de este mes, cuando termine el plazo ampliado para declaración anual de impuestos a las personas físicas.
Pareciera que tenemos un gen que nos dice que hacer un trámite antes de que venza el plazo es una pérdida de tiempo y a veces de dinero. Lo natural para nosotros es que dejemos todo hasta el final.
Dicen que en México el adagio debe decir: no hagas hoy lo que puedas dejar para mañana.
Hay otra parte de nuestra cultura que el genoma desafortunadamente no logró descifrar. Seguramente ha escuchado usted la metáfora de los cangrejos. Ésa que dice que a los cangrejos que provienen de otras partes del mundo hay que taparles la olla en la que se cuecen porque si no se salen, ayudándose unos a otros; mientras que a los cangrejos mexicanos les pueden dejar la olla abierta porque si alguno está a punto de salirse, los de abajo, solidariamente, lo jalan para volverlo a hundir.
Y, ya pidiendo demasiado, hubiera sido excelente que el genoma hubiera podido descifrar las características de una subespecie del País: los políticos.
Es probable que tengan algún gen que determine su gusto por simular las cosas, por hacer como si los problemas no existieran, como si el resto de los ciudadanos nos alimentáramos de los rollos que nos lanzan y sobre todo... como si tuviéramos un terror a ser prácticos y hacer las cosas adecuadas en lugar de salirse por las ramas y darles la vuelta a los problemas.
Bueno, pues ya quedará para que los científicos del futuro descifren esas características y, sobre todo, para que encuentren las vacunas... aunque se tarden más que en el caso de la influenza A H1N1.
Enrique Quintana