miércoles, marzo 18, 2009
Un Pemex de 'peor es nada'
Hoy será el primer aniversario de la expropiación petrolera luego de la reforma de Pemex.
Y como cada vez que el Gobierno celebra, planteará que la reforma petrolera cambió realmente las condiciones de operación de la industria, en lugar de decir que, más allá de los avances obtenidos, se quedó rezagada respecto a las necesidades del País.
Los temas principales del aniversario de hoy serán la nueva refinería y el proyecto de Chicontepec.
La refinería, cuya localización será anunciada próximamente, será la primera que se construya desde la década de los 70 del siglo pasado.
Y se planteará como un proyecto que colocará a Pemex como uno de los motores de la economía nacional.
La realidad es que ni será el gran proyecto petrolero que necesita México ni tampoco se convertirá en el motor de la economía mexicana.
Tal vez lo sea... cuando la economía ya vaya claramente rumbo a la recuperación.
Salvo que haya grandes sorpresas en materia de inversión, es probable que cuando la nueva refinería entre en operación, la producción de Pemex no alcance a satisfacerla excepto que de plano tenga que dejar de exportar.
Hay que reconocer que este proyecto fue uno de los costos que tuvo que pagar el Gobierno para que la reforma petrolera, con todo y sus limitaciones, pasara.
La propuesta original enviada por el Gobierno al Congreso planteaba, con razón, que los excedentes petroleros debían utilizarse en las actividades más rentables de la industria petrolera... y la refinación no es una de ellas.
Por ello, resultaba claro que la construcción y operación de refinerías debían concesionarse al sector privado para poder maximizar la renta petrolera del País.
Sin embargo, eso implicaba un cambio constitucional que no se hizo.
En todo el debate de la reforma petrolera privaron más los argumentos ideológicos y no la visión de optimizar la industria.
Y en lugar de anunciar que la empresa petrolera podrá ocupar sus recursos en actividades altamente rentables, se anunciará que se agregará otra refinería a Pemex Refinación, cuyo resultado el último año arrojó una cifra negativa de 119 mil millones de pesos y fue la principal responsable de las pérdidas de Pemex en su conjunto.
Por otro lado, en lugar de anunciar grandes proyectos en aguas profundas que aseguren el abasto de petróleo en el mediano plazo, se pondrá el énfasis en el viejo proyecto de Chicontepec que ha muerto y renacido varias veces en las últimas décadas.
Claro que es necesario que se emprenda de nuevo este proyecto, pero no hay que confundirse respecto al potencial que tiene.
Con los precios actuales del crudo, la rentabilidad de los proyectos de perforación va a limitar las reservas probadas en esta zona y estará lejos de ser la gran opción a Cantarell.
Hay que reconocer que lo que hoy estamos viendo en Pemex son esquemas subóptimos, si los queremos denominar elegantemente.
O, si le decimos a las cosas por su nombre, mejor que nada.
Pero, desafortunadamente, como hay que guardar las apariencias en un año político, se va a tener que decir que las actuales acciones le dan continuidad al proyecto emprendido por Lázaro Cárdenas hace 71 años.
Alguna vez, alguien tendrá que decir que las circunstancias que explicaron la expropiación petrolera en 1938 son completamente diferentes a las que hoy se viven y que si ahora se necesita una nueva expropiación petrolera sería la que podría quitar a la empresa de la mafia sindical que la controla; de la red de corrupción en la que subsisten muchos de sus proveedores; de la burocracia que la aqueja.
El tema central que debiera gobernar la política petrolera, sobre todo en tiempos de crisis como los que hoy tenemos, es cómo lograr maximizar en el largo plazo la renta petrolera para convertirla en un bien público que favorezca el desarrollo del País.
Y eso, desafortunadamente, no cupo en la agenda.
Enrique Quintana
Qué pena da vivir en un país como México. Seguimos atrasados y las “soluciones” que implementan los políticos nos atrasan aún más. Estaríamos mucho mejor si toda la parte de refinación se privatiza, si permitiéramos el libre mercado en la refinación, distribución y venta de gasolinas. Que pudiéramos escoger la marca y calidad de la gasolina. Que en lugar de exportar petróleo crudo e importar sus derivados, dejando trabajo, utilidades e impuestos en el extranjero, todo eso se procesara en nuestro país. Tendríamos más empleo, más crecimiento, y más impuestos que generen bienestar.
Pero no, ahí anduvo un loco diciendo que NO a la privatización. Todo para llevar agua a sus fines particulares. Si realmente quisiera el bienestar de México optaría por las soluciones pragmáticas que incrementarían el bienestar y dejaría a un lado la ideología que nos mantiene en la pobreza y mediocridad. Y todavía se atreve a decir que estaríamos mejor con él en el poder. Y lo más triste es que hay muchos que se lo creen.