miércoles, marzo 18, 2009
El peor monopolio
"Nuestra libertad de elección en una sociedad competitiva radica en el hecho de que si una persona se niega a satisfacer nuestros deseos, podemos recurrir a otra. Pero si tenemos un monopolio, estamos a su merced".
Friedrich Hayek
De todos los monopolios en nuestro país quizás el más pernicioso es el de Pemex. La empresa nos ha sido presentada por los políticos, y por la historia oficial, como una conquista de los mexicanos. Se trata más bien, sin embargo, de un lastre para el desarrollo del País.
Es verdad que para los líderes del sindicato petrolero y para los políticos, Pemex ha sido una bonanza: los ha hecho ricos y les ha evitado hacer la difícil reforma fiscal que el País necesita. Pero para la enorme mayoría de los mexicanos, quienes somos supuestamente dueños del petróleo en el subsuelo y dueños también del monopolio, el resultado ha sido muy negativo.
Pemex es quizá la única empresa petrolera en el mundo que se las ha arreglado para perder dinero incluso en los mejores años para la industria. Ni siquiera su posición monopólica en el mercado interno ha aliviado esa situación. La undécima firma petrolera del mundo, según las listas de Petroleum Intelligence Weekly, registró en el 2008 una pérdida neta de 109 mil millones de pesos, de acuerdo con el reporte de resultados financieros de la empresa. De poco sirvió que haya aumentado sus ventas en 16.7 por ciento.
La pérdida es en buena medida consecuencia del saqueo que hace el Gobierno a la empresa a través de impuestos, derechos y aprovechamientos, los cuales en el 2008 representaron el 58 por ciento de las ventas totales de 1.3 billones de pesos. Pemex se las ha arreglado, sin embargo, para tener pérdidas aun antes de impuestos. Esto ocurrió en el cuarto trimestre del 2008, cuando la empresa perdió 28 mil millones de pesos antes de descontar esos rubros.
A pesar de ser un monopolio, o quizá por ello, Pemex ha perdido constantemente ventajas competitivas en una economía globalizada. Su producción de petróleo crudo cayó 9.2 por ciento en el 2008, tanto por la declinación de Cantarell, hasta el 2008 su principal yacimiento, como por la falta de inversiones productivas en los últimos años.
En contraste, la empresa estatal brasileña Petrobras ha sabido buscar alianzas y sociedades con otras petroleras. Esto le permitió ser productor de gasolina cuando todavía importaba petróleo crudo, mientras que Pemex sigue siendo todavía un importador de gasolina.
Petrobras es hoy, además, una gran potencia tecnológica, especialmente en exploración y desarrollo de pozos de aguas profundas. La empresa brasileña no sólo ha realizado descubrimientos importantes en aguas territoriales de Brasil, sino también en el Golfo de México, aunque no en aguas mexicanas, sino en estadounidenses, donde no existen las restricciones a la inversión que han impuesto nuestros políticos.
Mucho nos dicen los políticos que la reforma petrolera aprobada en el 2008 permitirá un impulso definitivo a Pemex, pero una vez más parecen estarnos mintiendo. Los contratos de riesgo, creados originalmente por Lázaro Cárdenas para generar inversión privada después de la expropiación de 1938, siguen estando prohibidos. También se mantiene la prohibición sobre la inversión privada en refinerías, lo cual obstaculiza la producción de gasolina y nos obliga a importarla. En una medida hecha para favorecer a los pulpos que controlan el ineficiente transporte de gasolina en pipas, los políticos han preservado la prohibición a la inversión privada en oleoductos, al tiempo que han ratificado la legalidad del transporte privado en pipas.
El monopolio de Pemex ha permitido a los políticos beneficiarse del manejo de enormes cantidades de dinero, pero usar un recurso natural no renovable para financiar gasto corriente gubernamental es una medida suicida. Pemex ha permitido, por otra parte, el surgimiento de una clase de dirigentes sindicales que tienen fortunas que rivalizan con las de los grandes empresarios de México. Pero esto no ha beneficiado a los reales dueños del petróleo, los ciudadanos mexicanos.
La operación de Pemex ha infectado al País del llamado síndrome holandés. Las exportaciones de petróleo crudo han hecho que ingresen divisas que han mantenido alto el tipo de cambio durante largos periodos, lo cual ha desmotivado la inversión en otras actividades productivas. Al final, los beneficios del petróleo se han concentrado en una pequeña minoría política, pero los costos han dañado a todos los mexicanos.
Más que festejar hoy a nuestro elefante blanco, deberíamos estar anunciando medidas para desmantelar el monopolio y abrir la industria a la inversión competitiva. Pero los políticos no lo permitirán. Ofrecerán como siempre justificaciones patrioteras cuando lo que buscan es mantener un monopolio que les conviene.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com