lunes, noviembre 13, 2006

 

Es irreflexivo, intolerante, autoritario: con él hasta la muerte

Es difícil entender a los seguidores de López Obrador. El movimiento,
obviamente va en decadencia: en Puebla, apenas si acompañaron unas 250
personas al "presidente ilegítimo"; sus guaruras terminaron agrediendo a los
pocos periodistas que cubrían la nota, mientras el propio López Obrador los
azuzaba y se quejaba de un "cerco informativo". Los legisladores perredistas
anuncian que han firmado un documento en el que se comprometen a "impedir la
toma de posesión" de Felipe Calderón, pero al mismo tiempo se quejan porque
le están descontando 40 mil pesos mensuales para financiar sus aventuras,
incluyendo la “toma de protesta” del 20 de noviembre que costará más de dos
millones de pesos. Las encuestas demuestran que, gracias a la actitud
asumida por López Obrador desde el dos de julio, ese partido regresó a su
caudal electoral cercano al 20 por ciento; Juan Sabines en Chiapas se
deslindó del ex candidato de inmediato en cuanto conoció el resultado electo
y el PRD perdió abrumadoramente en Tabasco. En el DF, Alejandro Encinas que
funge como un jefe de la resistencia civil y no de gobierno, acaba su
gestión con la calificación ciudadana más baja desde que fue creada esa
figura institucional.

Por si quedaran dudas, el balance electoral del propio PRD, asume que el
principal responsable de la derrota del dos de julio fue el propio López
Obrador, que tuvo "exceso de confianza", abandonó a las bases del partido,
decidió pese a los consejos en contrario confrontarse con el presidente Fox
y no asistir, porque consideraba que ya no era necesario, al primer debate
entre los candidatos. Pero si se quiere ahondar más aún en la personalidad
de López Obrador, en comprender porqué perdió las elecciones y está llevando
al despeñadero al PRD, se debe leer el libro Oscar Camacho y Alejandro
Almazán, La victoria que no fue, publicado por Grijalbo.

No comparto algunas de las conclusiones del libro, pero su investigación nos
muestra un personaje como el que hemos descrito a lo largo de mucho tiempo:
un hombre intolerante; incapaz de aceptar una crítica incluso en su círculo
más íntimo; comprometido sólo con sí mismo; arrogante; con desprecio por su
partido; por quienes lo llevaron a ocupar las posiciones políticas de las
que actualmente goza; por los medios; rodeado por un grupo de aduladores a
los que les dio todas las responsabilidades basado sólo en su amistad
incondicional. No es exageración: Oscar y Alejandro ofrecen todo tipo de
detalles proporcionados por los propios acompañante del ex candidato. Nos
cuentan como la camioneta en la que se transportaba López Obrador se
convertía en el Nico-spa, en el cual su amigo Nicolás Mollinedo, pasara lo
que pasara, siempre le decía que iba muy bien, que ya habían ganado; cómo
López Obrador había decidido ganar sin la televisión y terminó siendo el que
más spots pagó en ella; cómo despreció a empresarios, comunicadores ("no les
haga caso, licenciado", le decía Nico cada vez que aparecía una crítica,
"magnifican las cosas"; "es verdad, es una prensa vendida", le contestaba
entonces López Obrador); cómo decidió dejar fuera a la estructura del PRD
para apoyarse en dos amigos Alberto Pérez Mendoza y Francisco Yee ("con
ellos no se metan, respétenlos, no quiero escuchar ninguna queja, apóyenlos
en todo", les advirtió López Obrador a todo su equipo), que no sabían nada
de elecciones, mismos que dilapidaron 300 millones de pesos sin garantizar
siquiera a los representantes de casilla. Cómo decidió colocar como
candidatos, sin consultar a su partido, a una serie de priistas
impresentables, pero cómo rechazó, según la versión recogida en el libro, el
respaldo de algún gobernador de ese partido porque "le caía mal". Cómo
traicionó a Cárdenas desde la misma noche del 2 de julio del 2000.

Es increíble que un candidato tan poderoso, no aceptara leer los periódicos;
cómo todas las encuestas eran rechazadas, incluso en ocasiones las suyas, si
no demostraban lo que él quería ver. Cómo su equipo era incapaz de poder
opinar sobre algo que le disgustara y cómo ese grupo de hombres y mujeres,
algunos tan soberbios, no atinaban a contradecir a su jefe, aunque estuviera
diciendo la mayor de las barbaridades. Un ejemplo entre muchos: "desde
principios de abril, dice el libro de Almazán y Camacho, Andrés Manuel les
dijo (a su equipo) que sólo acudiría a un debate y nada más. Y nadie se
atrevió a siquiera hacerle el más mínimo señalamiento. Todos sabían que
había asuntos en los que López Obrador no admitía réplica y que la forma en
que se conducía la campaña era un facultad sólo de él. Andrés Manuel nunca
trabajó en equipo. Y quienes lo rodeaban, su gente cercana, fueron
únicamente satélites, que hacían lo que López Obrador les ordenaba". Un
caudillo, continúa el texto, "que se creyó infalible, indestructible. Que
nunca trabajó en equipo, que nunca escuchó a nadie".

Y ni una fuente del libro proviene de los adversarios de López Obrador:
todos los que hablan son los suyos o se refiere a medios que simpatizaron
con él. Almazán y Camacho incluso reconocen que el dos de julio, AMLO fue su
candidato y por él votaron. Y allí siguen, tras ese hombre irascible,
intolerante, arrogante y sin sentido de la realidad, un grupo de dirigentes
perredistas, que saben y asumen todo esto, que lo aceptan en voz baja pero
que continúan llevando adelante una farsa que sólo puede llevarlos a la
ruina. ¿Cómo teniendo un diagnóstico tan preciso se pueden sacar
conclusiones tan equivocadas?¿así pensaban que López gobernaría el país?¿con
base en estos datos no es correcto decir que hubiera sido un presidente
autoritario, irreflexivo, nepotista y antidemocrático? Vaya paradoja: nadie
describe mejor las incapacidades de López Obrador que su propia gente.
¿Hasta cuándo y porqué seguirán a tal personaje?

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Lunes, 13 de Noviembre de 2006
http://www.mexicoconfidencial.com/index2.htm


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