domingo, junio 25, 2006
¿Por quien votar?, por Gabriel Zaid... para indecisos ...
No hay que votar por Calderón, porque está verde. Tiene tablas parlamentarias (lo que puede ayudarle con el Poder Legislativo), pero escasa experiencia ejecutiva. Como si fuera poco, de llegar a la Presidencia, se enfrentará a los tres mayores partidos. A diferencia de López Obrador, que se apoderó del PRD, y de Madrazo, que tiene un control suficiente del PRI, Calderón no tiene el control del PAN: ni de su presidente, ni de los candidatos a la nueva legislatura. Tiene fuerza entre los militantes (por eso pudo ganar la candidatura), pero no en el aparato partidista. Su Presidencia, como la de Fox, será inexperta y débil.
No hay que votar por Madrazo, porque tiene demasiada experiencia. Es un experto en mañas del poder por el poder. Se gastó una fortuna de origen desconocido en llegar a gobernador de Tabasco, tramposamente; y, una vez que estuvo en el poder, no lo usó en primer lugar para beneficio de su estado, sino de su carrera en el PRI, donde logró encabezar el partido y acabó haciendo lo mismo. En vez de fortalecerlo, se dedicó a imponerse como candidato a la Presidencia, sin que le importaran los daños a sus compañeros y al partido. Es un experto en salirse con la suya, aunque sus socios se tengan que salir.
No hay que votar por López Obrador, porque es un carismático que se cree indestructible, con todos los peligros de un ego temerario al volante. No le interesa tanto gobernar como ser el protagonista de la vida nacional. Es teatrero, como López Portillo, que en un gesto dramático expropió la banca, cuando nadie se lo pedía. Le encanta hacer cosas espectaculares que nadie le pide, como los segundos pisos; no las tareas difíciles y poco lucidoras de sanear el Gobierno, aunque todos se lo pidan. Nunca se enteró de quiénes eran sus operadores más cercanos (Bejarano, Ponce), como López Portillo nunca se enteró de quién era el general Durazo. No sólo eso: se burla de las víctimas del crimen que hacen una marcha para pedir seguridad, porque toda multitud que no lo aclame le parece sospechosa.
No hay que votar por Mercado, Campa ni el Dr. Simi, porque sería desperdiciar el voto. Tampoco hay que abstenerse de votar, que sería lo cómodo, porque también es cómodo para la clase política: que los dejen desgobernar, y que los ciudadanos no se metan.
¿Qué hacer, entonces? A mediano plazo, lo urgente es crear vías de intervención ciudadana en la buena marcha del País. No basta con el voto. Hay que vigilar a los poderes públicos todos los días. Hacen falta organismos ciudadanos para observar y atender las oportunidades y problemas sociales, al margen de la partidocracia. Con menos de lo que cuestan los partidos, pueden desarrollarse miles de iniciativas voluntarias en beneficio de la sociedad. Afortunadamente, han surgido cientos, muchas de notable eficacia. Deben multiplicarse.
Y, por supuesto, hay que votar. ¿Por quién? Por el menos peor. Visto así (que es lo realista), ¿cuál de los candidatos puede hacer menos daño a la democracia? Obviamente Calderón, por su misma debilidad. Seguramente en unos años (para las elecciones intermedias) pueda tener un control suficiente del PAN, pero no de los otros partidos. En cambio, el Presidente Madrazo puede restaurar el sistema que operó hasta el sexenio de Zedillo. La debilidad actual del PRI (que, débil y todo, gobierna en la mayor parte del País y tiene un sólido voto duro) no se debe a que, repentinamente, sus políticos hayan perdido oficio o se hayan vuelto egoístas. Se debe a que el sistema se articulaba desde Los Pinos, y, al no tener la Presidencia, desapareció. Recuperando su centro de poder, el sistema puede revivir (con dificultades obvias, como la transparencia, que tratará de anular). Y, ya con esa fuerza, puede renovar las alianzas del PRI tecnócrata con sus socios del PAN, del PRI nacionalista con sus primos del PRD.
La restauración del antiguo régimen puede ser más fácil y completa para el presidente López Obrador. Tan completa que (después de las elecciones intermedias, en las cuales arrasaría, por haber tomado medidas oportunas) se vuelva el dueño, no sólo del PRD, sino del PRI. Y, en consecuencia, del Poder Legislativo y la Constitución. No es imposible que, una vez libre de trabas, haga cambios históricos en México y llegue a ser un gran Presidente. El primer sexenio.
Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México
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