domingo, enero 10, 2021
Bananeros
Ante el vergonzoso espectáculo de la toma del Capitolio por parte de una turba de fascistas, muchos críticos de Estados Unidos se deleitaron denominándolos "república bananera". Desbordado el espíritu antigringo en las redes sociales, los morenistas, en el pasado los más entusiastas en atacar al imperio, estaban, salvo excepciones, callados como momias. No sabían qué iba a decir su jefe respecto a la rebelión incitada por su amigou.
No se vaya a reír, pero cuando empezaron a hablar, más de uno justificó a la turba como la respuesta de los excluidos del régimen oligárquico de Estados Unidos. No se han enterado de las razones del triunfo de Biden: salieron a votar quienes tradicionalmente no lo hacían. Ésos son los realmente excluidos, quienes cuando protestan son baleados por la policía.
Con suficiente creatividad siempre hay una explicación sociológica para justificar cualquier comportamiento, pero lo visto desde el arranque del gobierno de Trump, un narcisista y mentiroso peligroso, fue un esfuerzo por subvertir el orden democrático. No existe algo similar en la historia de ese país como la llamada telefónica de Trump a Brad Raffensperger, secretario de Gobierno de Georgia, filtrada a los medios de comunicación, en la que le pidió "encontrar 11,780 votos, uno más de los que tenemos, porque ganamos el estado".
Un Presidente como Trump puede sucederle a casi cualquier país. El reto es evitar que se eternice en el poder. En Estados Unidos, la sociedad y las instituciones resistieron. No faltaron legisladores republicanos y empleados de Trump que le siguieron el juego del fraude, pero prevalecieron en el momento crítico políticos respetuosos de la ley, incluido el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, y el vicepresidente Mike Pence. La Suprema Corte, con tres ministros nombrados por Trump, desestimó todos los intentos por parte de éste de descarrilar por la vía legal el triunfo de Biden.
En México hemos visto actos bananeros en muchas presidencias. Peña Nieto tenía su Casa Blanca y quería su tren a Toluca. Ahí sigue, inconclusa, la obra bananera. Pero con un Presidente con tanto poder y con ideas fijas como AMLO, el riesgo de terminar como una república bananera es mucho mayor.
Bananero es tener un Tribunal Electoral que no le otorga el registro al partido del adversario del Presidente, pero sí a los partidos aliados, así como una Suprema Corte que sigue sin resolver respecto a la presunta inconstitucionalidad de muchas leyes y acciones de este gobierno. Bananero es pretender vacunar primero a los adultos mayores en las zonas más remotas del país, en lugar de atender las áreas de mayor contagio. Bananero es defender a un presunto violador como candidato a gobernador. Bananero es tener un Presidente que defiende al responsable de dar el ejemplo de cómo cuidarse en la pandemia, después de irse de vacaciones, bajo el argumento de que "no hay un funcionario en el mundo con esas características". AMLO tiene razón: nadie ha fracasado de forma tan espectacular y sigue teniendo el aval de su jefe. De martes a sábado todos los días se han superado más de mil muertos por Covid, acumulando 5,447 fallecidos, según los datos oficiales. No hemos tenido tantos días continuos con más de mil muertos diarios.
Este año será clave para mostrar si somos o no una república bananera en todas sus dimensiones. Tendremos un primer semestre lleno de esfuerzos destructivos por parte de AMLO, quien ya anunció su deseo de desaparecer órganos autónomos. Lo del ahorro todos sabemos que es una farsa, en dos años se ha gastado más en beisbol que el presupuesto del INAI en 2020. No le gustan porque lo limitan en su deseo de ser el amo y señor del país. La gran prueba será la elección de junio, donde se verá si la sociedad mexicana y las instituciones del país resisten.
Carlos Elizondo Mayer-Serra