viernes, septiembre 11, 2020
¿Un peligro para México?
En su crisis mañanera de ayer, el Presidente López Obrador farfulló que un periodista sólo referido, con difícil memoria fingidamente amnésica, como Sarmiento, lo había acosado. Ello porque en el epígrafe de su editorial en Grupo REFORMA propuso que todo sigue igual.
Escritor y medio de comunicación frecuentemente acosados por AMLO, quien de conservadores de derecha no los baja cuando disienten de sus decisiones y verbalizaciones o cuando no lo mencionan.
El tema de AMLO era la toma de la presa La Boquilla, en Chihuahua, por agricultores de ese Estado que lograron que se retiraran elementos de la Guardia Nacional obradorista, dejando la presa en poder de los manifestantes.
Pero con todo y el retiro de la policía militarizada del Gobierno federal o del ejército policiaco del ídem, dos manifestantes fueron baleados, presuntamente por miembros de la GN, que mataron a una mujer e hirieron gravemente a un hombre.
Según López Obrador, los policías estaban desarmados, pero dispararon balas asesinas perfectamente efectivas.
Los manifestantes de Chihuahua tomaron la presa, como López Obrador y los suyos tomaron Paseo de la Reforma, paralizando virtualmente por semanas el hoy ex DF en el año 2006 contra el triunfo electoral de Felipe Calderón, sin ser balaceados por autoridad alguna.
Los agricultores norteños tenían, entre otras motivaciones, la falta de agua agravada por la entrega del líquido disponible a Estados Unidos por añejos compromisos internacionales.
El Presidente acusó a todo organismo o persona existente de poner navajas en las manos vacías de los manifestantes y orquestar la toma de la presa, entre ellos el PAN, el PRI, el Gobernador Corral, el ex Gobernador Baeza, el político Gustavo Madero y los medios manipulados por sus enemigos.
Y contando seguiría AMLO si no hubiera llegado la hora de su siguiente mañanera, para acusar a más mexicanos de neoliberales y conservadores.
¡Como si estuviera prohibido ser conservador! O como si López Obrador no fuera uno de los Presidentes más conservadores que hemos padecido los mexicanos.
Y es conservador porque quiere que todo siga igual, como póstumamente dijo el difunto Monsiváis en el epígrafe del artículo de Sarmiento.
México sigue padeciendo una dictablanda, cada vez más dura, y corrupción -si me permiten escribir ¡Pío!- cada vez más desvergonzada asociada a la cada vez más dura dictablanda, bajo el disfraz del venerable viejito liberal que AMLO no es.
No es liberal, viejito quizás. Nadie debe contradecirlo, el statu quo suyo debe prevalecer y reinar sobre cualquier otro, para que cualquier ideología ajena a sus principios y finales sea excluida del Índice y sus crédulos juzgados por la Inquisición macuspana.
López Obrador es un conservador por excelencia, pero llama conservadores, despectivamente, a todos los que no coincidimos respetuosamente y en paz con sus atrasados postulados.
Así, los manifestantes que -en uso de la libertad defendida por el Presidente cuando le convenía- protestaron contra lo que consideraron injusto y traidor a México y tomaron la presa La Boquilla, son enemigos del Presidente y herencia de un pasado corrupto que, en el caso de AMLO, es un presente aferrado al pasado.
Cuando eran adversarios en competencia por la silla presidencial, Felipe Calderón acusó a Andrés Manuel López Obrador de ser un peligro para México. Eso fue injusto y desmedido en ese tiempo. Pero hoy las cosas no son iguales.
Hoy el hombre de Centla tiene el poder en Tenochtitlan, un poder prácticamente total, aunque el control de la Conago se le haya desecho entre las manos de Jaime Rodríguez Calderón.
Hoy, me horroriza creerlo y escribirlo, López Obrador sí es un peligro para México. El poder absoluto vuelve tontos a los inteligentes y a los que ya son tontos los vuelve locos, como pontificaba Arturo de la Garza González, otro gran ausente.
Felipe Díaz Garza