miércoles, mayo 25, 2011

 

Los indignados

"Culminaremos la legislatura para culminar las reformas". José Luis Rodríguez Zapatero
 
Los "indignados" reunidos por miles en la Puerta del Sol en Madrid soñaron con cambiar la política española. Los medios de comunicación, siempre en busca de una historia romántica, se concentraron en ellos en los últimos días de la campaña para las elecciones autonómicas y municipales de este 22 de mayo. Quizá algo lograron estos indignados. Prometieron acabar con el "bipartidismo" y España alcanzó en los comicios, con el triunfo del Partido Popular, lo más cercano a un unipartidismo conservador que se puede obtener en un régimen democrático.

Lo curioso es que la mayoría de los indignados son de izquierda. Quizá se hayan sentido indignados con el Partido Socialista Obrero Español, bajo cuyo Gobierno estalló la crisis económica, pero posiblemente se inclinaron por Izquierda Unida y otros partidos pequeños, que proliferan en España pese a las críticas al bipartidismo, u optaron por la abstención. El voto a los partidos pequeños o la abstención terminaron ayudando al Partido Popular, seguramente lo que menos deseaban los indignados.

No ha habido mucha claridad en las peticiones de los indignados. Por una parte han exigido una mayor "estabilidad laboral", pero por la otra reclaman un mayor número de empleos. No se dan cuenta de que una cosa excluye la otra. Una mayor estabilidad laboral hace más difícil y costosa la creación de nuevos trabajos. Un grupo de indignados, por otra parte, bloqueó las puertas de un gran almacén en Barcelona diciendo que "El consumo fomenta la miseria". Los indignados no saben que la caída del comercio provocaría la mayor de las miserias.

España está sufriendo las consecuencias del rompimiento de una burbuja inmobiliaria. Durante décadas se invirtió mucho más en casas y apartamentos en España de lo que podía absorber el mercado. El boom empezó con inversiones de extranjeros que querían casas baratas en un país de clima moderado, pero la adopción del euro llevó a que las tasas de interés españolas bajaran a niveles cercanos a los de Alemania o Francia. Los españoles aprovecharon las aparentes oportunidades y se endeudaron.

Las burbujas, sin embargo, siempre terminan por estallar. Desde hace años hubo voces de alerta por la burbuja inmobiliaria. Nadie quiso hacer nada porque el boom generó millones de empleos y bajó la tasa de desempleo de más de 24.1 por ciento en 1994 a 8.3 por ciento en 2007. Ahora, empero, ha subido de nuevo a 21.3 por ciento.

La culpa no es del Partido Socialista. La burbuja fue mantenida por gobiernos socialistas y conservadores. Pero es lógico que los electores hayan culpado al actual régimen socialista.

El Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, después de un tiempo de parálisis, parece haber entendido que la solución radica necesariamente en la realización de reformas estructurales. Para generar nuevos empleos es necesario flexibilizar las leyes laborales y elevar la competitividad de la economía española.

No es imposible. Irlanda ya ha empezado. Portugal y Grecia tendrán que hacerlo. España tiene la capacidad de recuperar la competitividad sin abandonar el euro. El Presidente Rodríguez Zapatero parece decidido a hacer el esfuerzo.

Si en las elecciones generales de 2012 el Partido Socialista Obrero Español es derrotado, el nuevo Gobierno conservador tendrá que seguir con estas reformas. La única forma de recuperar el país con el que sueñan los indignados es hacer las reformas que rechazan esos mismos indignados.

Sergio Sarmiento 
www.sergiosarmiento.com
 
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Lo que está pasando en España aplica perfectamente para México. Todo mundo se queja, hay inconformidad, pero mientras no se hagan las reformas estructurales de fondo, nada cambiará. Y, sin embargo, quienes más poder mediático tienen por sus marchas y manifestaciones se oponen en el discurso a las posibles acciones que solucionarían sus demandas. ¿Ignorancia? No lo sé, pero el discurso izquierdista es muy pegajoso entre los jóvenes. La verdad es que el Estado, cualquier gobierno, no puede ofrecer más de lo que recibe de la misma sociedad vía impuestos. Y algo que nos cuesta mucho reconocer en la sociedad mexicana es que no hay lonche gratis, que todo tiene un costo, y que "papá gobierno" no puede seguir regalando dinero sin fin. Tanto en España como en México se requiere una reforma laboral que flexibilice las contrataciones, que se actualice. No puede haber más empleo con leyes tan rígidas. El primer derecho laboral es el empleo mismo. De nada sirve tener tantos derechos secundarios, si no se generan empleos.
 

 

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