sábado, marzo 20, 2010

 

La luz al final del túnel

La violencia causada por el crimen organizado, por los narcos, se ha recrudecido en muchas partes del país en los últimos meses, semanas y horas. Ante éste clima de inseguridad, nunca antes vivido por prácticamente ningún mexicano (quizá sólo los que vivieron y recuerdan los años entre 1910 y 1930 vieron algo similar), nuestra reacción natural es la de experimentar miedo, zozobra, incertidumbre. La psicosis se apodera de nosotros y, como profecía auto cumplida, todo parece empeorar.

 

Y nunca falta el “aguzado” que se aprovecha de la situación e intenta llevar agua para su molino. A rio revuelto, ganancia de pescadores. Y empiezan a decir que antes todo estaba bien y que se puso feo cuando Calderón usó a las fuerzas armadas para combatir al crimen. Y ahí tienen a gobernadores, diputados, senadores, medios y hasta la CNDH pidiendo que el ejército regrese a los cuarteles. Si tú opinas así, yo te pediría que te hicieras ésta pregunta: ¿antes de que se intensificara el uso de las fuerzas armadas en el combate al crimen organizado, había o no cárteles de las drogas? Si estás medianamente informado de lo que ocurre en nuestro país contestarás que sí. Esos grupos criminales existen desde hace décadas en México, al menos desde los 70’s. Lamentablemente durante muchos años las autoridades de los 3 niveles, federal, estatales, y municipales, se hicieron de la vista gorda. De vez en cuando, principalmente por presión de los EUA, se detenía a algún capo, pero la realidad es que la mayor parte del tiempo los cárteles de la droga habían “trabajado” relativamente en paz, sin que las autoridades los molestaran. De hecho, los enfrentamientos y ejecuciones, las balaceras, se daban entre ellos no tanto con las fuerzas armadas, mucho menos las policías.

 

Tanta impunidad, tanto poder, tanto dinero, durante tanto tiempo, lo que provocó es que el crimen organizado empezó a extender su área de influencia en otros “nichos de mercado”. Antes sólo se dedicaban al cultivo y trasiego de drogas, rumbo a EUA, pero después incursionaron en otras actividades ilícitas, como contrabando, piratería, giros negros, y ya sin control ni freno de ninguna autoridad local, secuestros, extorsiones, cobros de piso, robos, etc. Después de los atentados a las Torres Gemelas en septiembre del 2001, los EAU endurecieron sus políticas migratorias, aumentaron la cantidad de agentes en la frontera, más controles, más inspecciones. Los canales para introducir droga a EUA se restringieron, y la proliferación de cárteles por tanta impunidad, causaron un aumento en la oferta de éste lado de la frontera. Era tan fácil volverse narco, hacerse rico rápidamente, y con casi nulas probabilidades de que te detuvieran, que muchos le entraron.

 

Hay quienes dicen que la pobreza y la falta de empleos son la principal causa del incremento en la delincuencia, pero yo no lo veo así. Hay países mucho más pobres que México y no tienen un problema así de grave. La principal causa es la impunidad, sentirse invencibles. Saber que las autoridades son fáciles de corromper y que no te atraparán. Los seres humanos tenemos un comportamiento normal, estadísticamente hablando, en cuanto a nivel o grado de valores morales. Lo que nos separa de la anarquía, lo que nos mantiene unidos en sociedad, es la existencia de ciertas reglas, normas, que todos aceptamos, en mayor o menor grado, para convivir. Mientras el costo (castigo) por violar dichas reglas sea alto, poca gente se atreverá a hacerlo. Un gobierno debe asegurarse que el costo de romper las reglas sea lo suficientemente alto para que sólo una fracción de la población se dedique a actividades criminales. Dicho costo es directamente proporcional a la probabilidad de que un criminal sea capturado, juzgado y castigado. Pero cuando hay tanta impunidad, la sociedad degenera en la anarquía. Lo vimos en Haití y en menor medida en Chile después de los terremotos. Ante una crisis de seguridad, sin autoridad, la gente empieza a robar. ¿Qué hizo el gobierno chileno? Toque de queda, y mano dura. Se acabaron los pillajes.

 

Con tanta droga en sus manos, y con más dificultad para cruzarla, los cárteles empezaron a incrementar su venta, hacer mercado, en México. Con armas e impunidad a su alcance, aumentaron sus actividades relacionadas: secuestros, extorsiones, derecho de piso, etc. Pero nada de eso es nuevo, tiene años. Y las autoridades federal, estatales y municipales no hicieron nada. Dejaron que sus policías, fueran corrompidas. Incluso hay sospechas muy fuertes de que algunos gobernadores, y muchos presidentes municipales, participan, son cómplices de los cárteles. La narco-política. Campañas pagadas con dinero del narco es un secreto a voces en muchos municipios y estados.

 

De repente el ejército primero, y después la marina, empiezan a entrarle directamente al combate al narcotráfico, ya no sólo con detección y destrucción de cultivos, sino con investigación, patrullajes, y detenciones. En los últimos 3 años las fuerzas armadas han incautado droga, armas, dinero y detenido narcotraficantes como no se había hecho en al menos los 10 años anteriores. ¿Acaso eso no les ha pegado a los criminales? Claro que si, y lo que empezaron a hacer fue a exigirles a los policías y agentes de tránsito que tenían comprados, que actuaran como sus halcones. Por eso en muchas ocasiones las fuerzas armadas han cateado casas vacías. Se les han escapado muchas veces. Pues las autoridades tienen al enemigo en casa. Al mismo tiempo las actividades de extorsiones, secuestros, robo de vehículos, derechos de piso, entre otras, aumentaron, pues mantener todo una estructura criminal, con tantas autoridades corruptas, es muy costosa. Además el tren de vida que llevan, con casas, ranchos, autos, mujeres, no es barato. Sumen todos esos ingredientes y ¿qué resulta? La situación actual.

 

Sólo las fuerzas armadas tienen el poder de fuego, inteligencia, cantidad de elementos, equipo, y movilidad, para hacerle frente a ese poder criminal que ya controlaba amplias regiones del país. Las autoridades formales hacían como que gobernaban, cobraban su sueldo de nuestros impuestos, se gastaban el presupuesto en banquetitas y dos que tres calles pavimentadas, pasaban los 3 años, y brincaban a otro puesto. Pero en las sombras estaba otro poder que era (es) el gobierno real en muchos municipios del país. Y eso no podía seguir así. Esta guerra se tenía que librar tarde que temprano. Hay que luchar contra ese cáncer a como de lugar. No podemos seguir viviendo en manos de criminales. Muchos dicen: “déjenlos trabajar, la violencia se dio porque el ejército los combate”, pero eso es una mentira. Era una paz de mentiras, sólo superficial. La realidad de los secuestros, extorsiones, derechos de piso, robos, y otros desmanes, ahí estaba, pero la mayoría calla.

 

Hay quienes opinan que la legalización es la respuesta, pues desde el punto de vista económico, si es legal, su precio bajará y disminuirá el interés por su comercialización. Supongamos que las leyes del mercado funcionaran así de simple, y que al legalizar baje su precio y el margen disminuya. ¿Qué creen que harán los criminales que hoy tienen enormes ganancias cuando eso suceda, si es que sucede? ¿Pagarán impuestos, crearán empresas legales? Claro que no, se moverán a otra actividad criminal que les reditúe altas utilidades, que mantenga su tren de vida. Perro huevero aunque le quemen el hocico. Ya se acostumbraron al dinero fácil y rápido. Quizá si haya que legalizar las drogas (aunque todavía hay que evaluar el costo social, en salud, que eso ocasionaría. Sólo hay que ver los problemas que causan el alcohol y el tabaco.) pero no sin antes desarticular, capturar a la gran mayoría de los capos y criminales que hay. ¿O alguien cree que se puedan reformar?

 

Otros hablan de que no es con las armas como se ganará esta guerra, sino con educación, deporte y empleo para los jóvenes, que son los semilleros de los criminales. Y tienen razón, hay que invertir en eso. Pero esa solución es de mediano y largo plazo. ¿Y mientras tanto qué? ¿Seguimos viviendo con los delincuentes actuales? Definitivamente el Estado, el gobierno mexicano, las fuerzas armadas, tienen que seguir en esa lucha hasta dejar a esos cárteles lo más debilitados posible. Es una guerra y no hay que darles cuartel. Creo que dará más resultados, en menor tiempo, que la población en general vea que el costo por convertirse en narco, en criminal, ha subido. Que si se meten a eso tarde que temprano caerán muertos o presos por las fuerzas armadas.

 

La impunidad fue lo que construyó este problema. No podemos consentir que se siga dando. Sí, es cierto, hay muchos muertos, hay un clima de inseguridad que nos tiene en una psicosis constante. Y más cuando autoridades locales y medios han bloqueado, censurado mucha información, con fines políticos o simplemente como comparsas de los criminales. Pero debemos soportarlo, no hay de otra. El crimen, como enredadera en un árbol, incrustó sus raíces muy profundo en la autoridad y en la sociedad en general. La enredadera esta abrazando muy fuerte al tronco del árbol, y sus hojas compiten por la luz del sol con las del propio árbol. Arrancar esa enredadera, que se dejó crecer durante tanto tiempo, no será fácil, ni rápido, y dolerá. No hay lonche gratis. Todo tiene un costo.

 

Por todas estas razones, te invito a que, primero, reenvíes este correo a todos tus contactos. Segundo, a que apoyemos a las fuerzas armadas en ésta lucha que se tiene que dar, y que todavía va a tardar tiempo en mejorar. Es bastante sospechoso que haya quienes pidan que el ejército regrese a los cuarteles. ¿Por qué lo piden si saben que nadie más puede tomar su lugar? ¿Qué fin persiguen? ¿A quién le conviene que ésta guerra contra el narco se pierda? Muchos medios están en la nómina de los criminales. Hay que tener cuidado. No nos dejemos engañar. Sólo las fuerzas armadas están haciendo un buen trabajo, y sólo ellos, soldados y marinos, pueden protegernos.

 

Tampoco es tiempo de psicosis. Las estadísticas no mienten, si no tenemos relación alguna con el crimen, ni somos policías o soldados, es mucho más probable que perdamos la vida en un accidente automovilístico que por una bala perdida. Sí, es cierto, hay casos donde mueren inocentes, el más terrible lo que pasó en Juárez con los jóvenes en una fiesta, pero aún así hay más muertes de jóvenes en todo el país, cada fin de semana, en accidentes relacionados con el alcohol. Aproximadamente el 90% de los muertos son criminales, el 9% son policías o soldados, y el 1% son inocentes. Mientras esa relación se mantenga, hay esperanza. Y puede mejorar si los ciudadanos apoyamos a las fuerzas armadas. Hay que denunciar. Háganlo de manera anónima, desde un teléfono público lejos de su casa. Pero denuncien. Si no lo haces, eres cómplice. Es tiempo de limpiar a México. ¿Tienes el valor o te vale?


Comments:
¿Y acaso merece un comentario lo que opina este ignorante?
 
Ignorantes son aquellos que ante la imposibilidad de debatir con ideas y argumentos atacan con insultos a las personas.
 
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