martes, agosto 29, 2006

 

Fallo Electoral

"Los santos siempre deberán ser juzgados culpables, mientras no comprueben su inocencia."
 George Orwell
  
Lo ocurrido ayer era perfectamente lógico. El Tribunal Electoral anuló 237 mil 736 votos en los 375 juicios por impugnaciones sobre la elección presidencial del 2 de julio.

El número parece alto; pero debido a que los votos anulados se repartieron entre todos los partidos, no se modificaron de manera significativa las posiciones de los candidatos a la Presidencia de la República. La diferencia entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador se redujo en apenas 4 mil 183 sufragios. López Obrador habría necesitado 244 mil para rebasar a Calderón.

Igualmente previsible era la reacción de López Obrador. Ya el candidato de la alianza Por el Bien de Todos había adelantado que no reconocería un fallo adverso del Tribunal. Este domingo dio un paso más allá al cuestionar a las propias instituciones del Estado mexicano. "No tenemos ningún respeto por sus instituciones, porque no son instituciones del pueblo -dijo-. Nosotros vamos a crear nuestras instituciones, las del pueblo". Nadie puede asombrarse que ni él ni su gente hayan aceptado el fallo del Tribunal.

Los magistrados deben todavía dar a conocer el recuento final oficial y fallar sobre la validez de la elección. Estas decisiones se producirán en los próximos días. De ahí a la declaratoria de presidente electo sólo habrá un paso. López Obrador lo sabe tanto como cualquiera por lo que está preparando ya sus nuevas acciones. Una de sus prioridades será siempre ir un paso más allá de la última protesta. Necesita preservar el "valor de choque" de su desobediencia civil, pues de lo contrario no generará atención de los medios ni preocupación de los inversionistas.

El plantón del Paseo de la Reforma le ha costado ya mucho en lo político a López Obrador y al PRD. La encuesta de Grupo REFORMA del domingo pasado señaló que si hoy hubiera una nueva elección presidencial Calderón derrotaría a López Obrador por 24 puntos porcentuales: 54 por 30 por ciento. Lejos ha quedado el empate de los comicios del 2 de julio.

Pero Andrés Manuel sabe que los mexicanos olvidamos con facilidad y que la próxima elección tendrá lugar en tres años. Por eso no puede descartarse que emprenda nuevos y más severos bloqueos. Oaxaca es, al parecer, el ejemplo a seguir. Sólo un bloqueo realmente generalizado, que asfixie a la capital de la república, podrá llevar a un acto de represión, lo cual podría darle nueva energía al movimiento, o a una situación de ingobernabilidad que ponga en riesgo la transición presidencial.

Las siguientes batallas tendrán lugar en ceremonias que quizá no son importantes en la ley, pero que sí lo son como símbolos de nuestra nación: el 1 de septiembre, el informe presidencial; en fecha aun indefinida, la entrega del certificado de presidente electo; el 15 de septiembre, la ceremonia del grito; el 16 de septiembre, el desfile militar.

La suspensión o modificación de cualquiera de estas ceremonias no violentaría el régimen constitucional de nuestro país, pero sí mostraría a un gobierno débil, incapaz de enfrentar el reto de un movimiento disidente. López Obrador lograría colocarse en la posición del poder real, aquel al que el propio presidente debe pedirle permiso antes de hacer cualquier cosa. De ahí la insistencia del presidente Fox de que cumplirá con estas ceremonias, sin que quede claro cómo lo hará sin usar la fuerza pública y darle otro tipo de victoria a Andrés Manuel.

Más adelante, el 1 de diciembre, tendrá lugar la entrega del poder. Aquí tenemos una ceremonia que debe celebrarse por ley con determinadas características. El presidente puede optar por no subir a la tribuna del Palacio Legislativo el 1 de septiembre y simplemente entregar el texto del informe a un representante del Poder Legislativo. Pero el artículo 87 de la Constitución obliga a que el nuevo presidente jure su cargo frente al Congreso o, en un periodo de receso, frente a la Comisión Permanente. La ceremonia no puede hacerse en un rincón de Los Pinos.

López Obrador estará empujando al Estado mexicano en cada una de estas ocasiones. Su estrategia hace tiempo que ha abandonado la lógica de la democracia. Su guerra, él mismo lo ha dicho, es contra las instituciones. No le interesa preservar los avances políticos de los partidos que lo apoyaron en la elección. Como los bolcheviques de la Rusia de 1917, busca provocar el desplome de un gobierno cuya debilidad radica en su propio carácter democrático y burgués.

No hay que escarbar mucho para llegar a esa conclusión. Lo ha dicho el propio López Obrador: "México necesita una revolución".
 
Qué dice la ley
 
El lector Adolfo Dueñas Cabañas señala en una carta que el artículo 38 del Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales (Cofipe) establece que "son obligaciones de los partidos políticos nacionales... a) Conducir sus actividades dentro de los cauces y ajustar su conducta y la de sus militantes a los principios del Estado democrático, respetando la libre participación política de los demás partidos políticos y los derechos de los ciudadanos". El artículo 66 dice, por otra parte, que "1. Son causa de pérdida de registro de un partido político... f) incumplir de manera grave y sistemática a juicio del Consejo General del Instituto Federal Electoral las obligaciones que le señala este Código". El PRD estará arriesgando mucho si realmente desconoce las instituciones del país.

Sergio Sarmiento, El Norte 
sarmiento.jaquemate@gmail.com

Comments:
populismo
nombre masculino
1 Tendencia o afición a lo popular en todos los ámbitos de la vida, en especial en el arte: la música de aquella época está impregnada de un melodismo directo y de un populismo que facilita el acceso del oyente desde una primera audición.
2 Tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo.

Pregúntome yo ¿Qué tiene de malo?

Denota poco léxico su confusión con el término "demagogia". Porque, ¿Qué es el ideal de un presidente sino el de uno que vele por los intereses del pueblo? En todo caso lo que no queremos es un (como muchos pasados) presidente demagogo.

No le veo el caso en defender votos, de cualquier modo, las facultades gubernamentales que tiene un presidente dista mucho de ir más allá de las relaciones internacionales, de cualquier modo es válido, es un país estrenando democracia y uno hace muchas cosas con sus juguetes nuevos, al fin y al cabo, la ultraderecha no hace más que con ella acercar el inevitable colapso capitalista.
 
"populismo: Tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo.
¿Qué tiene de malo?"

Precisament eso, que "dice defender los intereses... del pueblo" pero realmente no hace eso. Al contrario, al dar cosas que no tiene, al llevar las finanzas publicas a un deficit grande y descontralado, la crisis e inflacion afectan mas a los que menos tienen.

Demagogia es el discurso. No cumplir lo que se promete. Decir mentiras. Populismo es la accion de gobierno, ya en el poder. Ambas son malas.

Que simplista, que maniqueo. Por definicion todos los que nos oponemos a AMLO somos de la "ultraderecha".

Ni hablar.

saludos
 
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