viernes, agosto 04, 2006
El lider
La psicoanalista Raquel Berman dice esto de los líderes sociopáticos: "La máscara de la decencia, del patriotismo, de la moralidad, de la demagogia es una táctica sociopática en el liderazgo. Además se utiliza como 'gancho' para la obtención de popularidad. Aquellas condiciones que satisfacen las motivaciones menos constructivas en los miembros de un grupo, y que el líder les ofrece aparentando beneficiarlos -cuando a la postre lo que hace es exigirles que realicen el menor esfuerzo-, lo que impide es el desarrollo individual y mantiene al grupo en una situación inferior a la del líder.
"Un ejemplo claro de este fenómeno es el famoso pase automático en las instituciones educativas. Esta medida suele adoptarse en aras de la igualdad democrática y para contrarrestar el elitismo educativo. Sin embargo, es en realidad una de las medidas educativas más perniciosas porque se basa en un súper yo (sentido de lo moral) corrupto de la institución que la adopta, ya que no busca mantener sus valores de excelencia..." (Imagen Psicoanalítica, 1997), sino que busca mantener la base de poder fincada en el número de alumnos y obviamente para evitar la protesta generalizada de padres de familia cuyos hijos no logran cumplir con los requisitos educativos.
Instituciones, grupos e individuos pueden funcionar con patrones sociopáticos: conductas carentes de un sentido de principios, sin ética, incapaces de entender al otro excepto en la medida en que el otro sirve a sus fines. Cuando es el líder político el sociopático, éste se muestra dispuesto a sacrificar no lo propio, sino lo ajeno, con tal de obtener lo que busca, que siempre es el poder.
Aquello sacrificado suele ser de suma importancia. Las leyes se anulan, se distorsionan o se olvidan; se utiliza la propaganda, se corrompe la comunicación con los ciudadanos y el manipuleo de información se vuelve la práctica cotidiana. La tergiversación de la comunicación, en la forma de propaganda, puede llegar a tal grado que tiene matices de locura; en el caso de Stalin, Hitler, Saddam Hussein y Kim Jong-il, la patología mental está fuera de toda duda. En el caso de otros líderes políticos, lo que parece locura puede ser una comunicación diseñada para el consumo de ciertos grupos de seguidores cuyas necesidades y prejuicios le sirven al líder como herramientas para manipularlos.
En posiciones de poder, el líder sociopático suele ser estridente: acuérdense de las repentinas apariciones de Luis Echeverría en televisión para regañar a tal o cual grupo de personas ante todo el País. El líder sociopático puede sufrir una crisis de identidad cuando es obligado a dejar el poder: acuérdense del bizarro incidente de Carlos Salinas de Gortari presentándose de repente como una especie de refugiado en San Bernabé, haciendo "huelga de hambre" con una familia humilde de ahí. Entrar en contacto con gente cuya idolatría sería automática (¿cuándo vienen Presidentes a convivir con una familia pobre?) es un antídoto a la pérdida de identidad cuando se desvanece el poder.
El deleznable ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, dijo muy acertadamente que si dices una mentira suficientes veces, ésta se convierte en verdad. Esto es especialmente cierto cuando la mentira se moldea para apelar a los prejuicios, temores, necesidades y fantasías de personas atrapadas en situaciones de crisis, cambio social y político y vulnerabilidad económica. La mentira es el arma más poderosa del líder sociopático.
Si este perfil parece familiar, no es mera coincidencia.
Karen Batres, El Norte
karen_batres@yahoo.com
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¿A quien creen que se refiere Karen Batres? Espero sus respuestas en los comentarios.
"Un ejemplo claro de este fenómeno es el famoso pase automático en las instituciones educativas. Esta medida suele adoptarse en aras de la igualdad democrática y para contrarrestar el elitismo educativo. Sin embargo, es en realidad una de las medidas educativas más perniciosas porque se basa en un súper yo (sentido de lo moral) corrupto de la institución que la adopta, ya que no busca mantener sus valores de excelencia..." (Imagen Psicoanalítica, 1997), sino que busca mantener la base de poder fincada en el número de alumnos y obviamente para evitar la protesta generalizada de padres de familia cuyos hijos no logran cumplir con los requisitos educativos.
Instituciones, grupos e individuos pueden funcionar con patrones sociopáticos: conductas carentes de un sentido de principios, sin ética, incapaces de entender al otro excepto en la medida en que el otro sirve a sus fines. Cuando es el líder político el sociopático, éste se muestra dispuesto a sacrificar no lo propio, sino lo ajeno, con tal de obtener lo que busca, que siempre es el poder.
Aquello sacrificado suele ser de suma importancia. Las leyes se anulan, se distorsionan o se olvidan; se utiliza la propaganda, se corrompe la comunicación con los ciudadanos y el manipuleo de información se vuelve la práctica cotidiana. La tergiversación de la comunicación, en la forma de propaganda, puede llegar a tal grado que tiene matices de locura; en el caso de Stalin, Hitler, Saddam Hussein y Kim Jong-il, la patología mental está fuera de toda duda. En el caso de otros líderes políticos, lo que parece locura puede ser una comunicación diseñada para el consumo de ciertos grupos de seguidores cuyas necesidades y prejuicios le sirven al líder como herramientas para manipularlos.
En posiciones de poder, el líder sociopático suele ser estridente: acuérdense de las repentinas apariciones de Luis Echeverría en televisión para regañar a tal o cual grupo de personas ante todo el País. El líder sociopático puede sufrir una crisis de identidad cuando es obligado a dejar el poder: acuérdense del bizarro incidente de Carlos Salinas de Gortari presentándose de repente como una especie de refugiado en San Bernabé, haciendo "huelga de hambre" con una familia humilde de ahí. Entrar en contacto con gente cuya idolatría sería automática (¿cuándo vienen Presidentes a convivir con una familia pobre?) es un antídoto a la pérdida de identidad cuando se desvanece el poder.
El deleznable ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, dijo muy acertadamente que si dices una mentira suficientes veces, ésta se convierte en verdad. Esto es especialmente cierto cuando la mentira se moldea para apelar a los prejuicios, temores, necesidades y fantasías de personas atrapadas en situaciones de crisis, cambio social y político y vulnerabilidad económica. La mentira es el arma más poderosa del líder sociopático.
Si este perfil parece familiar, no es mera coincidencia.
Karen Batres, El Norte
karen_batres@yahoo.com
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¿A quien creen que se refiere Karen Batres? Espero sus respuestas en los comentarios.