martes, mayo 09, 2006

 

La izquierda ingenua, y los populismos

El 1 de mayo Evo Morales, el presidente de Bolivia, decretó la nacionalización de todos los recursos hidrocarburíferos de su país. ¿Qué motivó esta acción? ¿Cuáles serán las consecuencias para Bolivia y otros países? A pesar que han pasado escasos días desde el anuncio de la nacionalización, ya es posible extraer al menos dos lecciones al respecto.

La nacionalización tomó a algunos por sorpresa. Esto no debió ser así: en un referéndum efectuado en julio de 2004, alrededor de 92% de los bolivianos se pronunció a favor del control estatal de los hidrocarburos, y durante su toma de posesión Morales habló de la nacionalización de los recursos naturales. Lo sorpresivo fue la forma en que se realizó la nacionalización: como hecho consumado. La mayoría de las empresas la aceptaba y esperaba que hubiera una negociación sobre los términos en que ésta se llevaría a cabo.

La nacionalización puede verse como una estrategia para extraer mayores concesiones a las multinacionales que operan en Bolivia, o como un acto eminentemente político, dirigido a refrendar la decisión boliviana de alinearse con Cuba y Venezuela (días antes de la nacionalización,  se adhirió a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-ALBA), y apuntalar a los grupos que apoyan a Morales para la elección de una asamblea constituyente en julio, y a utilizar al poder político para reafirmar la “soberanía” de Bolivia,al margen de cálculos serenos sobre los costos y beneficios de la medida.

El lenguaje del decreto (“el proceso de… privatización de YPFB…. ha significado un acto de traición al entregar a manos extranjeras el control y dirección de un sector estratégico, vulnerando la soberanía y la dignidad nacionales”), el envío ostentoso de militares a ocupar las instalaciones petroleras y de gas y, sobre todo, las innecesarias y muy graves dificultades que se generaron en la relación con Brasil (el mayor inversionista en el sector energético y principal mercado de gas boliviano) apuntan a la segunda interpretación.

La mayoría de los bolivianos celebraron el decreto como una reafirmación del orgullo y la soberanía nacional, pero los costos de la decisión se harán sentir tarde o temprano.

Bolivia depende de la inversión y tecnología extranjeras para aprovechar sus enormes reservas de gas natural, que son absolutamente inútiles si se quedan en el subsuelo. Petrobrás, la paraestatal energética de Brasil, ha invertido tres mil 500 millones de dólares en años recientes y controla 45% de la producción de gas de Bolivia. Sin un aumento en las inversiones, Bolivia ni siquiera hará frente a la futura demanda de gas en Brasil y Argentina, y difícilmente Venezuela podrá suplir la capacidad financiera y técnica de las empresas multinacionales que reduzcan o terminen su presencia en Bolivia.

Aunque, por lo pronto, Petrobrás ha decidido posponer futuras inversiones en Bolivia, el presidente brasileño, Luiz Inazio Lula, ha tratado de minimizar la gravedad del asunto. Dijo reconocer la soberanía de Bolivia sobre sus recursos naturales, pero al hacerlo pareció más el portavoz de Evo Morales que defensor de los intereses legítimos de Brasil.

Las lecciones que se desprenden son dos: para Bolivia, que el beneficio político inmediato de la nacionalización redundará en enormes costos económicos y sociales en el mediano y largo plazos; sin duda, hay maneras menos vistosas pero mucho más inteligentes y efectivas para obtener mayores beneficios de sus recursos naturales. Para Lula, los costos de la decisión de acercarse a Chávez y depender en gran medida de importaciones de gas de un vecino supuestamente amistoso también irán en aumento; queda claro que hay que escoger a los socios y amigos con mucho más cuidado. Ciertamente hay muchas izquierdas en América Latina, y Brasil parece haber inaugurado un nuevo tipo “la izquierda ingenua”.
 
Juan Carlos Arjona, Excelsior
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Aun y con toda esa nacionalizacion y potencial expropiacion (no son lo mismo, eh?) de la industria petrolera en Bolivia, aun con ese retroceso populista, todavia quedan adelantados respecto a Mexico en esa materia. Tanto en Bolivia, como Venezuela, e incluso en las comunistas Cuba y China, se permiten inversiones directas en la exploracion y extraccion de petroleo y gas. En Mexico no. De hecho PEMEX es la unica industria petrolera que no tiene en su consejo gente con experiencia financiera.
 
Para su reflexion
 
Dany Portales

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