sábado, julio 08, 2006
Prediccion cumplida
Julio de 1988. Jorge de la Vega Domínguez, presidente del PRI, se había comprometido a ganar con 20 millones de votos. Los diputados del Frente Democrático Nacional, después de la caída del sistema el 6 de julio, ya en San Lázaro, gritaban a voz en cuello: ¡20 millones de votos! ¡Ja, ja, ja! Manuel Bartlett, secretario de Gobernación, y Manuel Camacho, operador de Salinas de Gortari, los oían imperturbables.
Dieciocho años después la escena es grotesca: Manuel Camacho y, en menor medida, Manuel Bartlett, claman contra un supuesto fraude electoral. El mundo al revés. Por eso los diputados de Acción Nacional que todavía no están en San Lázaro, bien podrían corear el día que se instale la Cámara: ¡10 puntos arriba! ¡Ja, ja, ja! ¡500 mil votos! ¡Ja, ja, ja!
Esta imagen vale más que mil palabras. Comparar el sistema electoral que hoy tenemos con lo que ocurría hace 20 años no tiene ningún sentido. Los avances institucionales son tangibles y están a la vista: el Instituto Federal Electoral, el padrón electoral, la credencial de elector y lo más importante: son los ciudadanos quienes montaron las casillas, registraron a los votantes y, posteriormente, contaron los votos.
No sólo eso. Desde el domingo por la noche, todos y cada uno de los partidos tienen una copia de las actas que se levantaron en las casillas. Por eso el PAN y el PRI coincidieron en señalar que sus números no discrepaban de las cifras del PREP. En cambio, López Obrador y el PRD se han quejado de diversas irregularidades, pero no hacen referencia a las actas de la elección. A final de cuentas, ellos saben perfectamente que los números les son adversos. De ahí que AMLO se haya quedado callado frente al reto de cotejar las actas que le ha lanzado Felipe Calderón.
Y no, no había que ser pitonisa ni tener una bola de cristal. El personaje es muy predecible, terriblemente lento, tedioso y, repito, predecible. Por eso, la novena predicción que hice la semana pasada en este mismo espacio se ha cumplido cabal y puntualmente:
"Si AMLO pierde el 2 de julio por unos cuantos puntos no reconocerá el resultado. Denunciará un fraude electoral fraguado por el Gobierno de la República, los empresarios y otras fuerzas oscuras y malignas. Las manifestaciones y las presiones sobre el Tribunal Federal Electoral serán enormes. Su intención será revertir o el resultado o, en el peor de los casos, anular la elección. No le importarán los costos ni los riesgos. Su ambición y su obsesión están por encima de la patria".
Pero y cómo podría haber sido de otra manera. López Obrador se negó sistemáticamente, a lo largo de toda la campaña, a reconocer una sola de las encuestas que le era desfavorable, ya fuere porque lo empataba con Calderón o porque lo situaba en el segundo sitio. Su respuesta fue siempre idéntica: esas encuestas están cuchareadas, "truqueadas"; la única verdadera y confiable es la que yo tengo guardada y me sitúa con una ventaja de 10 puntos.
Hay que decirlo claramente y entenderlo muy bien: no era una estrategia de desinformación o de comunicación. El Peje creía lo que decía a pie juntillas. Su convicción era tan fuerte que contagió a sus colaboradores más cercanos. Ellos también estaban convencidos de que su victoria era inminente. Calderón quedaría en la lona, noqueado por una diferencia de 6 a 8 puntos o incluso hasta de 10. Los más racionales armaron argumentos "sofisticados": las encuestas no reflejaban la realidad porque los electores tenían miedo -efecto de la campaña negativa- y no confesaban su verdadera intención de voto. Lástima por Andrés Manuel y sus amigos incondicionales: la realidad era otra.
Pero el punto importante no está en el ilusionismo que creó el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, sino en su incapacidad personal, psicológica, de entrar en contacto con la realidad y reconocer el mundo tal cual es, cada vez que le resulta adverso. Los resortes mentales de este personaje están a la vista: por una parte, tiene un componente mesiánico, iluminado, que le impide asumirse como un individuo común y corriente.
Porque alguien que tiene una misión superior y encarna fuerzas telúricas, divinas o cósmicas no puede sufrir una derrota ni una humillación como la del 2 de julio pasado. En su imaginación, AMLO siempre se ha concebido como un redentor exitoso, restaurando la República, persiguiendo herejes y anunciando la buena nueva (sonríe, la alegría está por llegar) que librará al pueblo del hambre y la miseria. Y lo fundamental: el destino de un Salvador puede ser glorioso o trágico, pero no ordinario. Los hombres superiores (Castro, Stalin, Hitler o Chávez) no se miden con la misma vara que el común de los mortales.
El otro rasgo fundamental de su personalidad es la paranoia. AMLO tiene un profundo complejo de culpa que se expresa en la desconfianza y en la certidumbre de que hay una conspiración en su contra. La idea del complot lo ha perseguido a la largo de toda su vida. Todo lo malo que le ocurre es parte de esa conjura. Él no es responsable de ningún error o pecado. Él nunca se equivoca, ni miente, ni traiciona. Detrás de cada fracaso o derrota no hay más que la conspiración de sus enemigos perversos. Ellos y sólo ellos son responsables. Han buscado destruirlo de mil maneras, pero él es indestructible.
No hay la más mínima posibilidad de que AMLO asuma su derrota y haga un examen de conciencia. Hacerlo vulneraría la estructura de su personalidad y podría llevarlo a un colapso mental y psicológico. Su respuesta será, en consecuencia, convertir esta lucha "justa" en la madre de todas las batallas. O para decirlo de otro modo, quien piense que está tratando con un político racional y pragmático que busca terrenos para la negociación y el acuerdo, está perfectamente equivocado.
Hay un elemento adicional, ése sí, de orden racional: Andrés Manuel sabe y entiende que ésta es su única oportunidad de alcanzar la Presidencia de la República. La victoria abrumadora de Marcelo Ebrard lo ha puesto contra las cuerdas. El nuevo jefe de Gobierno de la Ciudad de México es ya candidato a la Presidencia de la República para el 2012. Y en esa calidad, él va a ser, tal como hizo AMLO con Cárdenas en el 2000, el principal interesado en que el Peje pierda fuerza y poder. Vueltas que da la vida. Como te ves me vi; como me ves te verás.
Ésa es la confrontación que se avecina. No habrá tregua ni cuartel. AMLO va con todo y contra todos. Nada importa: ni la legalidad, ni las instituciones, ni la paz de la República. ¡Que arda México, le peje a quien le peje!
Dieciocho años después la escena es grotesca: Manuel Camacho y, en menor medida, Manuel Bartlett, claman contra un supuesto fraude electoral. El mundo al revés. Por eso los diputados de Acción Nacional que todavía no están en San Lázaro, bien podrían corear el día que se instale la Cámara: ¡10 puntos arriba! ¡Ja, ja, ja! ¡500 mil votos! ¡Ja, ja, ja!
Esta imagen vale más que mil palabras. Comparar el sistema electoral que hoy tenemos con lo que ocurría hace 20 años no tiene ningún sentido. Los avances institucionales son tangibles y están a la vista: el Instituto Federal Electoral, el padrón electoral, la credencial de elector y lo más importante: son los ciudadanos quienes montaron las casillas, registraron a los votantes y, posteriormente, contaron los votos.
No sólo eso. Desde el domingo por la noche, todos y cada uno de los partidos tienen una copia de las actas que se levantaron en las casillas. Por eso el PAN y el PRI coincidieron en señalar que sus números no discrepaban de las cifras del PREP. En cambio, López Obrador y el PRD se han quejado de diversas irregularidades, pero no hacen referencia a las actas de la elección. A final de cuentas, ellos saben perfectamente que los números les son adversos. De ahí que AMLO se haya quedado callado frente al reto de cotejar las actas que le ha lanzado Felipe Calderón.
Y no, no había que ser pitonisa ni tener una bola de cristal. El personaje es muy predecible, terriblemente lento, tedioso y, repito, predecible. Por eso, la novena predicción que hice la semana pasada en este mismo espacio se ha cumplido cabal y puntualmente:
"Si AMLO pierde el 2 de julio por unos cuantos puntos no reconocerá el resultado. Denunciará un fraude electoral fraguado por el Gobierno de la República, los empresarios y otras fuerzas oscuras y malignas. Las manifestaciones y las presiones sobre el Tribunal Federal Electoral serán enormes. Su intención será revertir o el resultado o, en el peor de los casos, anular la elección. No le importarán los costos ni los riesgos. Su ambición y su obsesión están por encima de la patria".
Pero y cómo podría haber sido de otra manera. López Obrador se negó sistemáticamente, a lo largo de toda la campaña, a reconocer una sola de las encuestas que le era desfavorable, ya fuere porque lo empataba con Calderón o porque lo situaba en el segundo sitio. Su respuesta fue siempre idéntica: esas encuestas están cuchareadas, "truqueadas"; la única verdadera y confiable es la que yo tengo guardada y me sitúa con una ventaja de 10 puntos.
Hay que decirlo claramente y entenderlo muy bien: no era una estrategia de desinformación o de comunicación. El Peje creía lo que decía a pie juntillas. Su convicción era tan fuerte que contagió a sus colaboradores más cercanos. Ellos también estaban convencidos de que su victoria era inminente. Calderón quedaría en la lona, noqueado por una diferencia de 6 a 8 puntos o incluso hasta de 10. Los más racionales armaron argumentos "sofisticados": las encuestas no reflejaban la realidad porque los electores tenían miedo -efecto de la campaña negativa- y no confesaban su verdadera intención de voto. Lástima por Andrés Manuel y sus amigos incondicionales: la realidad era otra.
Pero el punto importante no está en el ilusionismo que creó el candidato de la Alianza por el Bien de Todos, sino en su incapacidad personal, psicológica, de entrar en contacto con la realidad y reconocer el mundo tal cual es, cada vez que le resulta adverso. Los resortes mentales de este personaje están a la vista: por una parte, tiene un componente mesiánico, iluminado, que le impide asumirse como un individuo común y corriente.
Porque alguien que tiene una misión superior y encarna fuerzas telúricas, divinas o cósmicas no puede sufrir una derrota ni una humillación como la del 2 de julio pasado. En su imaginación, AMLO siempre se ha concebido como un redentor exitoso, restaurando la República, persiguiendo herejes y anunciando la buena nueva (sonríe, la alegría está por llegar) que librará al pueblo del hambre y la miseria. Y lo fundamental: el destino de un Salvador puede ser glorioso o trágico, pero no ordinario. Los hombres superiores (Castro, Stalin, Hitler o Chávez) no se miden con la misma vara que el común de los mortales.
El otro rasgo fundamental de su personalidad es la paranoia. AMLO tiene un profundo complejo de culpa que se expresa en la desconfianza y en la certidumbre de que hay una conspiración en su contra. La idea del complot lo ha perseguido a la largo de toda su vida. Todo lo malo que le ocurre es parte de esa conjura. Él no es responsable de ningún error o pecado. Él nunca se equivoca, ni miente, ni traiciona. Detrás de cada fracaso o derrota no hay más que la conspiración de sus enemigos perversos. Ellos y sólo ellos son responsables. Han buscado destruirlo de mil maneras, pero él es indestructible.
No hay la más mínima posibilidad de que AMLO asuma su derrota y haga un examen de conciencia. Hacerlo vulneraría la estructura de su personalidad y podría llevarlo a un colapso mental y psicológico. Su respuesta será, en consecuencia, convertir esta lucha "justa" en la madre de todas las batallas. O para decirlo de otro modo, quien piense que está tratando con un político racional y pragmático que busca terrenos para la negociación y el acuerdo, está perfectamente equivocado.
Hay un elemento adicional, ése sí, de orden racional: Andrés Manuel sabe y entiende que ésta es su única oportunidad de alcanzar la Presidencia de la República. La victoria abrumadora de Marcelo Ebrard lo ha puesto contra las cuerdas. El nuevo jefe de Gobierno de la Ciudad de México es ya candidato a la Presidencia de la República para el 2012. Y en esa calidad, él va a ser, tal como hizo AMLO con Cárdenas en el 2000, el principal interesado en que el Peje pierda fuerza y poder. Vueltas que da la vida. Como te ves me vi; como me ves te verás.
Ésa es la confrontación que se avecina. No habrá tregua ni cuartel. AMLO va con todo y contra todos. Nada importa: ni la legalidad, ni las instituciones, ni la paz de la República. ¡Que arda México, le peje a quien le peje!
Jaime Sanchez Susarrey
Comments:
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Claro que hubo fraude un razuradero del padron, la manos de hidelbrando ahi adentro, la campaña sucia y criminal del aparato del estado contra AMLO, populismo? el que se erigio como un populista y mentiros siempre fue y es FOx, No se esta irrespetando la ley AMLO esta en su derecho de exigir certidumbre, si se demuestra de forma fehacente que perdio adelante es al menos un hombre de prinnipios, que nada tiene que ver con el populismo, las metiras hitlerianas y la Xenofobia y segregarismo que tienen los de la derecha es unhumano y violatorio. Que manera tan brutal de descriminar y de ofender a quienes somos sus conjeneres, pobres quiza pero humanos al fin.
Quienes segregan, quienes causan division son AMLO y sus seguidores. Acaso porque no simpatizamos con el ya somos ricos, pirruris por definicion??
Acaso quienes no estamos con AMLO ya somos de derecha, pro-gringos, por definicion?
El padron fue revisado y aprobado por el PRD. No hubo razuradero. Aprendan a perder. Hagan autocritica.
Respeten al IFE!!
Acaso quienes no estamos con AMLO ya somos de derecha, pro-gringos, por definicion?
El padron fue revisado y aprobado por el PRD. No hubo razuradero. Aprendan a perder. Hagan autocritica.
Respeten al IFE!!
Lo que ha causado OBrador es la division entre la sociedad, el fue quien manifesto ricos y pobres, un término bastante caduco y separatista. LO que en realidad importa es la SOCIEDAD, no importan nuestras diferencias sino convivir y respetarlas. Los poltiticos TODOS piensan sólo en su beneficio en tanto acarreados hacen protestas perjudicando a la ciudadanía, la sociedad DEBEMOS exigir que los politicos realizen honestamente su trabajo que para eso les pagamos a todos, AMLO solo ha traido desgracias al país, su ambición y sed de poder ya lo orillaron a la loocura, lo que hace no tiene validez, vivimos en un nido de ratas, exijamos como sociedad respeto a las leyes y unamonos en contra de la corrupcion porque todos los politicos son una vasca. Mexico vale la pena por su gente, historia, cultura y tradiciones busquemos en ello para revivir y denunciemos s todo corrupto.
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