viernes, enero 31, 2025
Igualitos
Ya habrán notado, mis estimados, las coincidencias que existen entre la 4T y Trump.
Una de las más sobresalientes es que nunca nada es culpa o responsabilidad de ellos.
Para muestra un botón: tras el lamentable accidente aéreo en Washington cuando un helicóptero militar colisionó en el aire con un avión de pasajeros, matando a todos, Trump culpó ¡a Obama y a Biden!
Ayer, en nuestro México Mágico, un vocero de la Secretaría de Hacienda culpó del magro desempeño de nuestra economía en el último cuarto del 2024 a "huracanes y huelgas".
Ni por asomo son capaces de reconocer sus propias contribuciones a la zozobra e incertidumbre que han causado con la destrucción de la autonomía del Poder Judicial, y la clara andanada para acabar con los organismos autónomos, incluyendo el INE y el INAI.
Para los de la 4T no existieron, nunca se dieron ni acarrearon nocivos efectos, la división social, polarización y abusos de poder cometidos desde el púlpito presidencial contra ciudadanos, ya empresarios, ya políticos de otros partidos, y medios.
Estos ataques fueron de carácter personal, con saña, ello contra comentaristas, noticieros y medios en general.
Nunca antes en México se había empleado la investidura presidencial para atacar en lo personal a ciudadanos, para difamarlos y acusarlos sin fundamento alguno de hechos y delitos que jamás cometieron.
Se llegó incluso a que desde esa investidura se difundieran datos personales y bancarios de personajes cuyo único pecado fue ejercer la libertad de expresión y que investigaban y divulgaban contratos, o negocios ilícitos de los políticos en el poder o sus familiares.
Ustedes bien saben de quiénes hablamos, la lista es larga.
En suma, se creó en el País un ambiente de división y pugna que jamás será conducente al crecimiento de ningún tipo: ni económico ni social.
Quiera Quetzalcóatl que nunca regresemos a esa época en que se rebajó la investidura presidencial, la cual en lugar de ejercerse como lo haría un estadista, se hizo como si fuese un pleito entre franeleros de Izta.
Si se habla de la violencia que padecemos, la culpa no es de los "abrazos, no balazos", sino de Calderón y García Luna: gente que tiene más de DOCE AÑOS de haber dejado el poder.
¿Y qué nos dicen de los últimos SEIS?
¿Quién visitó Badiraguato, Sinaloa, SEIS veces?
¿Quién se reunió con la madre de "El Chapo" y abuela de "Los Chapitos"?
¿Quién les puso carreteras para que estuvieran mejor comunicados con Sinaloa y el resto del País?
¿Quién dio la orden para que liberaran a uno de los Chapitos en el "Culiacanazo" del 2019?
Tengan por seguro que no fueron ni Calderón ni García Luna, y sin embargo, de todo lo que hoy pasa, tras siete años de amlato, les siguen echando la culpa.
Al emplear el recurso de recurrir al chivo expiatorio es lo mismo que afirmar que quien tiene que resolver la violencia en México ¡es Calderón!
Pero no, chatos, quienes llevan las riendas son ellos, por lo tanto, la responsabilidad de desaparecer la violencia es de ellos.
Quien ejerce el poder es quien debe rendirle cuentas al pueblo de logros y fracasos por igual.
No se vale andar esquivando responsabilidades culpando de lo que nos pasa a quien no gobierna, o a "factores externos" incontrolables como huracanes y huelgas.
Si nuestra economía se empina es porque llovió y si aminora su marcha es porque no ha llovido.
Qué conveniente es desestimar el impacto que causa en la economía las medidas que toman, los errores que cometen, como por ejemplo haber retirado ayudas al campo, prohibir insecticidas, desaparecer mecanismos de financiamiento y permitir fomentando la impunidad que nuestro campo, en muchas zonas del País, se convirtiera en madriguera para maleantes.
Para que México crezca se requiere fomentar internamente un entorno amigable al emprendimiento, a la creación de nuevas empresas y nuevos empleos.
Las prohibiciones, límites, violaciones al T-MEC son tan graves que de SIETE reclamos legales que nos hicieron sobre el maíz transgénico PERDIMOS LOS SIETE, ¡y aún así están por votar su prohibición en suelo mexicano, siendo que es cuatro o cinco veces más productivo que el maíz nativo!
De acuerdo, que se preserve el maíz nativo, pero como caso de excepción, no dentro de una meta manifiesta de lograr la autosuficiencia alimentaria, misma que prometió y no logró ¿quién?: el antecesor de la Dra. Sheinbaum.
Cualquier aprendiz de desarrollo organizacional sabe que la PRIMERA regla para solucionar un problema es ACEPTAR que se tiene el problema.
Y lo que se debe EVITAR es recurrir a la falsa puerta de poner excusas o culpar a otros en lugar de buscar SOLUCIONES.
Las recetas ya existen, no tienen que inventar nada, sólo crear certidumbre y confianza: pleiteen si quieren, pero así jamás avanzaremos.
Fricasé, el abogado del pueblo.
Sin crecimiento
"A los tecnócratas liberales sí nos obsesiona el crecimiento, porque lo que queremos es equidad en la prosperidad y no igualdad en la miseria". Isaac Katz
Andrés Manuel López Obrador prometió en 2018 que la economía mexicana crecería 4 por ciento durante su mandato. Hoy resulta que la expansión fue de 5.5 por ciento.
¿Otra más de sus promesas cumplidas? No, porque prometió 4 por ciento anual y el 5.5 por ciento es el acumulado en sus seis años de Gobierno. Ya con las cifras de 2024 que el Inegi, dio a conocer ayer, el crecimiento del sexenio fue de 0.9 por ciento anual, menos que el aumento de la población y la cifra más baja desde Miguel de la Madrid.
No sólo fue el crecimiento de López Obrador una gran decepción, sino que el cuarto trimestre de 2024 concluyó con una contracción trimestral de 0.6 por ciento.
Es verdad que ya este periodo le tocó a Claudia Sheinbaum como Presidenta, pero todavía prevalecían las políticas de AMLO. Es una mala forma de empezar un "segundo piso".
Las comparaciones son odiosas, pero el 0.9 por ciento de expansión anual de López Obrador se ve pequeño frente al 2 por ciento de Enrique Peña Nieto que tanto criticó AMLO.
Andrés Manuel enfrentó una pandemia, es cierto, pero también Felipe Calderón, quien logró de todas formas un crecimiento de 1.5 por ciento anual.
Ernesto Zedillo sufrió una fuerte crisis económica en 1995, pero acumuló una expansión promedio de 3.6 por ciento. Y el innombrable, Carlos Salinas, concluyó su sexenio con 4 por ciento, la misma cifra que prometió López Obrador, sólo que él sí la obtuvo anualmente.
Ahora bien, si la economía mexicana no está creciendo, ¿por qué tenemos la tasa de desempleo más baja del mundo, como presumió ayer en la mañanera la Presidenta Sheinbaum? Por la forma en que medimos la desocupación y porque no tenemos seguro de desempleo.
El 2.4 por ciento de desocupación abierta que mide el Inegi no es comparable con el 2.5 de Japón, el 3.4 de Alemania, el 4.1 por ciento de Estados Unidos o el 11.2 por ciento de España.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi considera como empleada a una persona que "trabaja" cuando menos una hora en una semana, aun cuando no perciba ingresos.
Un mexicano despedido de su empleo, pero que limpió parabrisas una hora en un alto, sin recibir una sola propina, está "ocupado" bajo esta metodología.
En los países con seguro de desempleo, un trabajador no tomaría un "empleo" como limpiaparabrisas, o no lo reportaría, para no perder los beneficios de su seguro.
En México la tasa de informalidad laboral asciende a 53.7 por ciento de la población económicamente activa. Los 38.1 millones que trabajan de manera informal tienen empleo, según las estadísticas oficiales.
En septiembre de 2024, 2.9 millones de mexicanos laboraron sin recibir ingreso alguno, pero aun así el Inegi los clasificó como "con ocupación".
¿Por qué crece tan poco la economía nacional? Hay muchas razones, pero una es que no hay suficiente inversión productiva. El Gobierno de López Obrador, en lugar de ayudar, se dedicó a frenar la inversión en campos cruciales, como el energético, mientras desperdiciaba recursos públicos en proyectos faraónicos sin posibilidades de rentabilidad.
Ninguna de sus "grandes obras" tuvo un estudio previo de factibilidad. Otra razón, que viene de lejos, es la dificultad de llevar a cabo proyectos productivos en nuestro País.
¿Por qué es tan popular López Obrador a pesar de la falta de crecimiento? Porque entendió que podía comprar popularidad y votos con programas sociales. La Presidenta Sheinbaum lo está haciendo también.
El problema es que una economía que no crece tarde o temprano se quedará sin recursos para financiar estos programas.
Sergio Sarmiento
martes, enero 14, 2025
Potencia científica
Potencia científica
"El principal ingrediente en la salsa secreta que lleva a la innovación es la libertad". Matt Ridley, How Innovation Works
La presidenta Sheinbaum afirmó en su informe de los primeros 100 días de gobierno que "México será una potencia científica". Ayer, además, presentó el Plan México, que se describe a sí mismo como una "estrategia nacional de industrialización y prosperidad compartida". ¡Qué maravilla que un gobierno pueda decretar tan fácilmente que seamos una potencia científica e industrial!
El domingo dijo que ya hay equipos "trabajando y recursos suficientes para implementar los proyectos científicos de desarrollo tecnológico, como el auto eléctrico Olinia, el taller de diseño de semiconductores, y en los siguientes días se instalan los grupos de científicos que diseñarán aviones no tripulados, boyas marinas para medición, métodos de extracción de litio, la fábrica de software libre e inteligencia artificial, entre otros desarrollos propios". El Plan México propone llegar al "top 10 de las economías" del mundo, elevar la inversión "arriba de 25 por ciento del PIB a partir de 2026 y arriba de 28 por ciento en 2030" y crear "1.5 millones de empleos adicionales en manufacturas y en sectores estratégicos".
El problema es que la innovación, la ciencia y la industria no florecen con programas gubernamentales. Los planes quinquenales de la vieja Unión Soviética fueron un fracaso, igual que los planes nacionales de desarrollo mexicanos. Un país como Estados Unidos, sin esos intentos de planificación central, ha crecido mucho más y con mayor solidez.
La innovación no se da en las burocracias gubernamentales, necesita libertad para florecer. Steve Jobs y Steve Wozniak desarrollaron los primeros prototipos Apple en una cochera en Los Altos, California. Larry Page y Sergey Brin crearon el primer algoritmo de búsqueda de internet, Google, cuando eran estudiantes de Stanford. Los científicos del Conahcyt, en cambio, no han podido fabricar ni los respiradores mecánicos ni la vacuna Patria que prometieron el sexenio pasado, pese a que eran simples imitaciones.
Los avances tecnológicos no se logran con monopolios o prohibiciones. LitioMx no desarrollará nuevas tecnologías de extracción y procesamiento de litio si no tiene competencia. Al prohibir el uso de la biotecnología no tendremos mejores semillas ni cosechas. De nada sirve financiar el Instituto Mexicano del Petróleo si descartamos la fractura hidráulica, el avance más importante en la producción de hidrocarburos de las últimas décadas.
El Plan México propone el regreso a la ya fracasada sustitución de importaciones. Supone, como los economistas de la Cepal de los cincuenta, que la situación de los mexicanos mejorará si se frena la importación de productos buenos y baratos para sustituirlos con otros de peor calidad y más caros, pero locales.
Este plan reconoce la importancia de contar con más y mejor electricidad, pero se queda muy corto. Propone "crecer la capacidad instalada de generación eléctrica en más de 20 mil MW" cuando tan solo en el sexenio de Peña Nieto se autorizaron 37,444 MW y sin considerar que debe compensarse la caída a 11,620 MW del sexenio de AMLO (IMCO). Víctor Ramírez, de P21 Energía, me dice que "se requieren 45 mil MW solo de energía limpia..., 55 mil MW en total". Además, para la transmisión, monopolio de la CFE, se requieren unos 10 mil millones de dólares adicionales. La Comisión no tiene para todo. El Plan México propone llevar a nuestro país al "top 10 de países en valor de la producción aeroespacial", pero también "liderar la primera misión 100 por ciento latina al espacio". ¡Costoso sueño guajiro!
Los planes nacionales de desarrollo no valen más que el papel en el que han sido impresos. El camino para ser una potencia científica e industrial no pasa por la planificación central. Obliga a una mayor libertad.
TOP 10
El Plan México dice que la economía nacional llegará "al top 10" (así, con ese anglicismo). Actualmente México está en el lugar 14, pero de la suma total. En términos per cápita estamos apenas en 68.
Sergio Sarmiento
lunes, enero 06, 2025
¿Dejaremos que nos sigan engañando?
El gobierno de López Obrador se caracterizó por la mentira sistemática. Más de cien mil mentiras, imprecisiones y “otros datos” sostuvo en sus conferencias matutinas.
La mentira como forma de gobierno trasciende a la administración anterior; es algo propio de los gobiernos populistas. Lo esencial de su forma de gobierno está basado “en una gran mentira: que hay un solo pueblo que solamente ellos representan” (J.W. Müller, ¿Qué es el populismo? Grano de sal).
En el caso mexicano, la mentira estuvo —y está— apoyada en un poderoso sistema de difusión, público y privado. Los medios de comunicación masivos difundieron las mentiras del gobierno sin análisis alguno, sin confrontarlas con la verdad, sin desmentirlas. Lo hicieron porque es lo que hacían desde los tiempos del priismo clásico: lo que diga el presidente es la ley y hay que difundirlo. Sin importarles que ese mecanismo servil recordara la sentencia leninista: proporcionaron la soga con la que finalmente serán ahorcados.
No es que Claudia Sheinbaum haya heredado la mentira metódica de su antecesor o que sea una más de las cosas que le copia. Forma parte medular de su estilo de gobierno, del gobierno populista. No importa la verdad, que es cosa de pocos, sino la mentira que se pueda difundir masivamente.
Lo acabamos de ver. The New York Times publica un sólido reportaje sobre la producción de fentanilo en Culiacán. Al día siguiente, Sheinbaum dice que es falso y en una segunda ocasión lleva a “expertos” que supuestamente lo desmienten. Las redes se encienden. Publican varios reportajes (BBC, PBS, Le Monde y hasta un reportaje de Televisa) que muestran con claridad que el reportaje del New York Times dice la verdad: en México se produce el fentanilo que luego se exporta a Estados Unidos y que es el responsable de la muerte de decenas de miles de jóvenes norteamericanos.
Sheinbaum —como antes López Obrador— sabe que miente. Sabe también que sus mentiras no tendrán consecuencias. Sabe que puede mentir impunemente. Las voces de sus críticos llegarán solo a un sector vociferante pero reducido de la población. Lo que ella diga, en cambio, será transmitido por todos los canales de televisión y todas las estaciones de radio, por todos los medios y las redes sociales; cientos de bots se encargarán además de arrojar lodo a los que difundan lo contrario de lo que ella dice.
El modelo de las conferencias sistemáticas lo copió López Obrador de Hugo Chávez (“Aló, presidente”), lo probó cuando fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México y lo desarrolló a plenitud en su periodo como presidente. Al asumir Sheinbaum el poder, dijo que cambiaría el modelo de las conferencias, pero ante el nulo impacto que provocó el nuevo formato, volvió a la fórmula conocida y efectiva. Así, cada mañana la vemos decir chistes sosos, descalificaciones a sus críticos y mentiras descaradas. No, México no es autosuficiente en combustibles. No, México no alcanzó en diciembre su más alto nivel de empleo. No, México no es el país más democrático del mundo. Y por supuesto: es falso que México no sea el primer productor de fentanilo en el mundo.
El asunto es: ¿qué hacemos con esas mentiras que inundan los medios y que la sociedad mayoritaria cree a pie juntillas porque en México al presidente se le cree y “si lo dicen en la televisión debe ser cierto”? Millones de personas creen que el AIFA es el mejor aeropuerto del mundo, que el Tren Maya es la mayor proeza de ingeniería del planeta y que Dos Bocas refina cientos de miles de barriles de gasolina. Puras mentiras.
Lo que dice Sheinbaum en sus conferencias no va dirigido al público extranjero, tampoco se dirige al público enterado; su objetivo es su público base, sus simpatizantes, sus votantes cautivos.
¿De qué sirve decir la verdad en un país de mentiras? ¿De qué sirve tener la razón si millones beben y comen todos los días las mentiras del gobierno?
Propuse hace tiempo un sitio de Internet dedicado a desmentir puntualmente cada una de las mentiras de la presidenta. Ese servicio ya existe, se le puede seguir en Twitter: El Sabueso, una herramienta de Animal Político. Pero no es suficiente.
¿Qué hacer? Animar a los medios masivos de comunicación parece inútil. Si se mueven, les agita el fantasma de las concesiones. Además, les va muy bien difundiendo las mentiras de la Presidencia, ¿para qué moverle?
Anegados en la mentira oficial, la sociedad chapotea estérilmente en un pantano de desinformación. ¿Cómo salir de ahí? No lo sé. Pero seguiré insistiendo en este tema, que es central. De él depende que algún día podamos salir de la oscuridad antidemocrática y autoritaria que nos cubre con su manto espeso de mentiras.
Fernando García Ramírez