lunes, septiembre 02, 2024

 

Envenenándose

Envenenándose

Nelson Mandela acuñó una frase sabia que debería ser memorizada por el oficialismo y los oficialistas: "El resentimiento es como beber veneno y después esperar que mate a tus enemigos".

 

Lo que impulsa la demolición disfrazada de transformación no es corregir el sistema judicial, asegurar la austeridad republicana, fortalecer al Estado, enfrentar a los oligarcas, o jalar a Claudia Sheinbaum a la izquierda del espectro político. La motivación es mucho más pedestre y primitiva. La venganza. El rencor. El despecho. El poder presumir que el lopezobradorismo descabezó a las élites y colgará sus cabezas en la puerta de la Suprema Corte. Detrás de cada una de las iniciativas que se aprobarán próximamente en el Congreso no hay un atisbo de esperanza. La pulsión predominante es la venganza.

 

La amargura porque Norma Piña no se paró de manera protocolaria para honrar al Presidente. El resquemor porque ministros, magistrados y jueces federales le colocaron cercos constitucionales a un Presidente que quería gobernar saltándoselos. El odio a periodistas independientes que no le aplaudieron en la mañanera y obtenían datos vía el INAI para exhibir los privilegios de la nueva mafia en el poder, el espionaje de la Sedena o por qué no fuimos Dinamarca. El desprecio a las viejas élites de quienes ahora quieren ocupar su lugar y obtener los mismos contratos, los mismos espacios mediáticos, las mismas consultorías gubernamentales y las mismas adjudicaciones directas. El revanchismo se vende como reformismo, acompañado de un discurso construido sobre la instrumentalización del agravio.

 

Como ha escrito Vero Teigeiro, lo que se ve todo el tiempo es "gente celebrando que 'se chingaron' a los no simpatizantes, a la oposición, al PRIAN, a la SCJN". No se habla de lo que se va a descomponer con la desaparición de los órganos autónomos, con la elección de los jueces o con la militarización permanente de la seguridad pública.

 

En privado, los morenistas reconocen que la reforma judicial no es una buena idea, pero en público la justifican o la critican tímidamente. Porque lo que importa no es la mejora del País, sino la mofa del "opositor". Lo que predomina no es el análisis, sino la burla. La consigna no es auscultar al Gobierno sino demoler a quien lo cuestiona.

 

En esta lógica del resentimiento que se impone sobre el entendimiento, la posible desestabilización del país no proviene de reformas improvisadas, mal diseñadas, elaboradas con premura y sin medir las consecuencias. La culpa es de "la derecha" y del PRIAN, como si todavía existieran o fueran relevantes.

 

El lopezobradorismo a punto de controlarlo todo no es capaz de hacerse cargo de sus propias decisiones o de sus implicaciones. Las ha señalado el Banco de México, Morgan Stanley, Bank of America, Fitch, Human Rights Watch, la ONU, The Washington Post, The Economist, The Wall Street Journal, Amnistía Internacional y hasta el imberbe Embajador Ken Salazar. El Plan C es autodestructivo. La reforma judicial es suicida. La eliminación de los órganos autónomos es violatoria de compromisos suscritos en el T-MEC. López Obrador no va a constreñir a Claudia Sheinbaum. La obligará a beber cicuta o ella lo hará voluntariamente.

 

Y quienes niegan la intoxicación inducida lo hacen por ignorancia, mala fe, nacionalismo mal entendido, lealtad tribal o deshonestidad intelectual. Basta con leer el reporte "Turning Point: The Impact of AMLO's Reforms on USMCA and Nearshoring", publicado por el Mexico Institute del Wilson Center. Un análisis minucioso, independiente, no partidista, de cómo las reformas que el Presidente empuja vengativamente debilitarán el entorno regulatorio, degradarán el clima de inversión, reducirán la competitividad internacional y pondrán en jaque miles de millones de dólares en inversión.

 

Al Gobierno no le molestan las críticas sobre la destrucción democrática. Pero sí debería preocuparle las múltiples advertencias sobre las consecuencias económicas del Plan C. Sin confianza no hay inversión. Sin inversión no hay crecimiento económico. Sin crecimiento económico no hay dinero para seguir financiando programas sociales. Sin respeto a las reglas no hay nearshoring ni T-MEC que nos salven de nosotros mismos.

 

Con el Plan C, AMLO y Claudia Sheinbaum esperan aniquilar a sus adversarios "neoliberales". Pero de paso están envenenándose a sí mismos y al pueblo de México.

 

Denise Dresser

 


 

El país de AMLO

"Por salud mental, busquen la forma de protegerse ante el bombardeo de mentiras en la prensa, la radio y TV, en vísperas del informe de EPN". Andrés Manuel López Obrador, 27 agosto 2014

 

¡Qué bonito sería vivir en ese país que describe el Presidente!, un país de prosperidad y felicidad en el que "se ha demostrado que, por el bien de todos, primero los pobres", con enormes avances en educación, salud, empleo, salarios y beneficios sociales.

 

Los subsidios sociales han sido el instrumento fundamental para construir ese paraíso.

 

"A 30 millones de hogares, de 35 millones que existen en nuestro País, les llega cuando menos un programa de bienestar o reciben una pequeña porción del presupuesto público", dijo ayer López Obrador.

 

No sé si esos programas han mejorado la situación del País, pero sí le han dado una gran popularidad al gran líder.

 

El Presidente afirmó en su sexto informe que "en 23 Estados el sistema de salud universal y gratuito para personas sin seguridad social conocido como IMSS Bienestar... ya es el más eficaz del mundo... No va a ser como en Dinamarca, es mejor que en Dinamarca".

 

Quizá el Presidente no ha tenido oportunidad de que lo atiendan en una clínica del IMSS Bienestar. Ahora, sin embargo, contamos con el apoyo de "5 mil médicos de la hermana república de Cuba, que les agradecemos mucho". Parece broma.

 

"Antes, la compra de medicinas era un sucio negocio de traficantes de influencia y de políticos corruptos, hasta de comunicadores, dije comunicadores, no, mercenarios de la información... Hoy, con el mismo presupuesto, se otorgan medicamentos gratuitos a todos los mexicanos sin seguridad social".

 

No se ha enterado AMLO de que el anterior sistema de compras de medicamentos del sector púbico funcionaba bastante bien, pero él lo mandó primero a la Oficialía Mayor de Hacienda, después a la UNOPS, más tarde al INSABI y hoy al IMSS Bienestar, y en el camino provocó una escasez brutal de medicamentos.

 

AMLO dijo que el programa Sembrando Vida, que entrega "jornales permanentes" a "433 mil campesinos", permitió "plantar mil 158 millones de árboles frutales y maderables. Es el programa, que se oiga bien, que se escuche lejos, es el programa de reforestación más importante del mundo".

 

No hay, sin embargo, ningún estudio que lo confirme. Las comparaciones internacionales publicadas colocan en primer lugar a China, pero no miden la reforestación por árboles, sino por hectáreas.

 

¿Qué significaría plantar mil 158 millones de árboles en México en cinco años? Equivaldría a 634 mil 520 árboles cada día, incluyendo sábados, domingos y festivos. Es una cifra imposible. En todo el mundo se plantan unos mil 900 millones de árboles al año (Pauline Kwamboka, Medium).

 

Fueron tantas las afirmaciones falsas en el informe que este espacio no alcanza para mencionar todas. Pero debo destacar una por el tema.

 

Ayer, López Obrador pidió una consulta a mano alzada para saber si es mejor que jueces, magistrados y ministros sean electos por el pueblo y no por el Presidente y los Senadores. Nadie levantó la mano para oponerse a la elección del pueblo bueno.

 

AMLO, además, advirtió a diplomáticos y políticos de nuestro vecino del norte: en "Estados Unidos así comenzó la democracia, eligiendo el pueblo a los jueces, y si quieren bibliografía que busquen "La democracia en América", de Tocqueville, ahí está cómo se fundó esa gran nación, a partir de la democracia".

 

Alexis de Tocqueville, sin embargo, dice exactamente lo contrario en esa obra: "Que se tenga mucho cuidado, porque un poder electivo que no está sometido a un Poder Judicial escapa tarde o temprano a todo control, o es destruido".

 

Quizá el Presidente no ha podido leer la obra que citó.

 

GÉNERO

El Tribunal Electoral de la CDMX anuló la elección en Cuauhtémoc porque supuestamente la opositora Alessandra Rojo de la Vega usó expresiones de "violencia de género" contra la candidata oficialista Catalina Monreal. La violencia de género de AMLO contra Xóchitl Gálvez, en cambio, no mereció siquiera una mención en el dictamen de la elección presidencial del Tribunal Electoral federal.

 

Sergio Sarmiento

 


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