domingo, febrero 10, 2019

 

El púlpito mañanero

No se puede gobernar con discursos. Por más impactantes, jocosos o motivadores que sean, las buenas intenciones miden su eficacia al enfrentarse a la terca realidad. El paso del dicho al hecho confirma o desbarata la viabilidad de lo que pretende el orador.

 

El Presidente López Obrador ha decidido gobernar desde un púlpito, donde a diario, tempranito, como las misas pre Concilio Vaticano II, da instrucciones a su Gabinete y hace comparecer a sus integrantes para dar explicaciones contradictorias que no acaban por aclarar el asunto en cuestión.

 

Por ejemplo, quién fue responsable de omitir la información del penthouse en Houston en la declaración patrimonial de la Secretaria de Gobernación.

 

También ordena acciones para ser ejecutadas de forma inmediata, como el apresurado viaje de tres, ¡tres!, Secretarios de Estado a Nueva York para hacer la compra inútil, ilegítima -por su falta de transparencia- y violatoria de la Norma Oficial Mexicana, de 761 pipas. Pero no importa, cuatro días después modificaron la NOM para permitirles circular por las carreteras mexicanas, con todo y su peligrosa carga.

 

Presume influencias en el Poder Judicial y amenaza a jueces que no den veredictos con los cuales él esté de acuerdo, sin importarle el atropello a la división de Poderes.

 

Invita a los malos a portarse bien en vez de ejercer su obligación de aplicar la ley, como en el caso del bloqueo a las vías de ferrocarril por parte de la CNTE. No importa el chantaje de lo peor del sindicalismo, el daño a las cadenas productivas ni las pérdidas económicas de las empresas.

 

De paso llama fifí, neoliberal o conservador a cualquiera que lo critique y se siente ofendido ante la veracidad de las evidencias que refutan sus dichos y propuestas, como las que con harta frecuencia muestran las investigaciones de Grupo REFORMA.

 

Pregona a diario su desprecio por el dinero y las riquezas, sin embargo, sus decisiones ahorran centavos y dilapidan millones.

 

La Secretaría de Bienestar, por orden presidencial, ha retirado el apoyo de 950 pesos mensuales por niño atendido en el Programa de Estancias Infantiles, cantidad que garantizaba alimento y atención adecuada a más de 300 mil pequeños.

 

Esta medida también deja sin empleo a miles de personas capacitadas para cuidar a los infantes mientras sus padres trabajan con la tranquilidad de tenerlos en un lugar seguro.

 

En la mañanera, el Presidente instruyó a los abuelos a encargarse de sus nietos, ¿y qué pasa si éstos no pueden o no quieren cuidarlos? No importa, también dio la orden de dar directamente a los padres el monto que recibían las estancias por cada niño. Como si fuera tan fácil organizar el cuidado integral de un pequeño, ¿no sabe cuánto cuesta emplear aisladamente a alguien capacitado para atenderlo ocho horas al día, cinco días a la semana?

 

Para justificar el retiro del apoyo, dijo que hay casos de corrupción en el programa. Pues si los han detectado, que se investiguen y procedan a castigar, pero que no cancelen un programa valioso.

 

Dice que habrá medicamentos gratis para todos, pero en diciembre la Cofepris detuvo los permisos de importación y exportación a los laboratorios médicos, paralizando la producción de medicinas.

 

El Presupuesto 2019 hace recortes del 20 al 40 por ciento a institutos de salud pública como el IMSS, ISSSTE, Cancerología, Nutrición, Pediatría y otros.

 

La reducción de las Estancias equivale a 2 mil millones de pesos. Para comparar: la cancelación del NAIM nos ha costado más de 100 mil millones, el Tren Maya costará 150 mil millones.

 

Todo indica que la finalidad de los recortes presupuestales es reunir fondos para financiar sus dos prioridades: tener control directo de todos los programas sociales, para comprar a billetazos los votos de las próximas elecciones, y construir el Tren Maya y la refinería Dos Bocas, ambos proyectos innecesarios, económicamente inviables y destructores del medio ambiente.

 

Un país con 120 millones de habitantes, regiones diversas y realidades económicas asimétricas, no puede gobernarse con sermones mañaneros. Un buen Gobierno se sustenta en instituciones con estructuras organizadas para que personal capacitado implemente las políticas públicas.

 

Las acciones, contradictorias y sin estrategia, derivadas de los anuncios matutinos, están propiciando desorganización administrativa, incertidumbre económica y generando ganancias a los grupos más dañinos de la sociedad, justo aquellos a quienes en teoría se quiere combatir. Así se pierden credibilidad y confianza.

 

Isabel Sepúlveda


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