viernes, noviembre 02, 2018

 

El pueblo manda

"En una democracia es el pueblo el que manda, es el pueblo el que decide".

Andrés Manuel López Obrador

 

El Presidente electo no tenía por qué inventar una falsa consulta popular. La construcción del aeropuerto de Texcoco empezó por una orden del Ejecutivo y puede detenerse por una orden similar. El propio Enrique Peña Nieto canceló la refinería de Tula iniciada por Felipe Calderón sin recurrir a una consulta y sin hacer ruido en los mercados.

 

Sin embargo, una de las características de los gobernantes populistas es que "afirman que tienen una conexión carismática directa con 'el pueblo'... No les gustan las instituciones y buscan debilitar los equilibrios que limitan el poder personal de un líder en la democracia liberal moderna", según apunta Francis Fukuyama ("Identity: The Demand for Dignity and the Politics of Resentment").

 

Fukuyama se refería a Donald Trump, pero los populistas de todo el mundo actúan igual, al margen de las instituciones democráticas. Reciben órdenes directamente del pueblo. "Los mexicanos", dice Andrés Manuel, "quieren que se les consulte, quieren que se les pregunte y lo mejor para no equivocarnos es preguntar".

 

No es López Obrador el único que manda obedeciendo. Hugo Chávez decía: "Mándeme el pueblo, que yo sabré obedecer"; el subcomandante Marcos declaró: "Que manden los que mandan obedeciendo"; incluso Gustavo Díaz Ordaz afirmaba: "Quien supo obedecer, sabrá mandar".

 

Cuando los populistas enfrentan problemas no los resuelven en los tribunales, negocian personalmente con los afectados. Trump amenaza a las empresas que toman medidas con las que no está de acuerdo, como las que mudan plantas a México, y alaba a las que lo obedecen. López Obrador acusa de corrupción a las compañías que han participado en la construcción del aeropuerto de Texcoco, pero se reúne con sus directivos para tranquilizarlos, como Alberto Pérez Jácome de Hermes y Guadalupe Phillips de ICA.

 

Al igual que los ejecutivos de las firmas estadounidenses con los que Trump se sienta a hablar, los mexicanos se ven obligados a expresar públicamente su apoyo al "Señor Presidente". Sus empresas dependen de los contratos del Gobierno; no tienen más opción que aceptar la garantía personal del futuro Mandatario que los compensará por sus pérdidas, quizá con otros contratos.

 

Los contratos cancelados, sin embargo, deben compensarse en los términos del propio contrato, como en el caso del tren interurbano de Querétaro.

 

Si bien el nuevo Presidente tiene la facultad de cancelar la construcción del aeropuerto, no puede compensar las pérdidas otorgando contratos de manera discrecional. Lo que se construya en Santa Lucía tendrá que ser licitado, porque así lo ordena la ley.

 

Los gobernantes populistas afirman que son necesariamente buenos y sus enemigos serán siempre perversos. Trump lo reitera en cada tuit y en cada discurso. López Obrador, también, afirma que los gobernantes anteriores no "tienen llenadera", pero él, con su ejemplo de hombre honesto, hará que la corrupción desaparezca.

 

Esta semana afirmó que había encontrado un proyecto para convertir los terrenos del actual aeropuerto en un nuevo Santa Fe, lo cual explicaría por qué las empresas se oponen a la cancelación de Texcoco. No explicó que los terrenos son federales y el uso de suelo lo decide el Gobierno capitalino, por lo que los únicos que podrían hacer negocio ahí serían él y Claudia Sheinbaum.

 

La cancelación del aeropuerto es importante, pero la forma lo ha sido más. El Presidente electo nos está diciendo cómo va a gobernar. Y no es precisamente que el pueblo vaya a mandar.

 

Sergio Sarmiento

www.sergiosarmiento.com


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