domingo, septiembre 18, 2022
Sin valor
El sector refinación generó en el 2021 un PIB de 32 mil millones de pesos. Muy poco. Similar al del aprovechamiento forestal, pesca y caza. El PIB de extracción y exploración de crudo fue de 597 mil millones. La industria alimentaria generó 702 mil millones de pesos de valor. Son datos del 4° Informe de Gobierno de AMLO.
Nuestra ideologizada educación primaria nos vendió con éxito una idea: no hemos logrado ser un país rico porque exportábamos materias primas sin procesar. Si lo hubiéramos hecho distinto, seríamos desarrollados.
Es una idea bien arraigada. Cuando Calderón anunció un plan contra la crisis del 2008, de las cinco medidas anunciadas, la más popular era hacer una refinería. El siguiente Gobierno la canceló. Hizo bien.
Dado lo aprendido en primaria quizás por ello toleramos las pérdidas de Pemex Transformación Industrial. El año pasado rebasaron los 172 mil millones de pesos. Éstas explican lo bajo del PIB en el sector. El valor agregado es la diferencia entre el precio de los insumos y el del producto terminado. Apple genera un valor enorme por la gran diferencia entre ambos. Todas las refinerías del país son de Pemex y son el grueso de la actividad del sector. Por ello no sorprende que el sector aporte tan poco valor a la economía, aunque sí se mueve mucho dinero, y de ahí muchos ganan, mas no el país.
Este Gobierno ha decidido hacer la inversión industrial más importante del sector público en décadas: una refinería en Dos Bocas, Tabasco. Presupuestada en 8 mil millones de dólares, acabará costando por lo menos 16 mil, equivalentes a 320 mil millones de pesos. Sirva como contraste que, en los primeros tres años de este Gobierno, toda la inversión pública en construcción y modernización de infraestructura carretera ha sido de 9 mil 777 millones de pesos y el mantenimiento de 56 mil 176 millones.
Nunca se va a recuperar lo invertido en Dos Bocas. Tendremos suerte si no pierde dinero cuando llegue a operar. En ese caso para las finanzas de Pemex sería mejor dejarla sin funcionar. Para no terminar como el AIFA, el cual requiere 800 millones de pesos de subsidio para cubrir las pérdidas operativas, sin recordar los más de 88 mil millones de pesos que costó construirlo.
Dos Bocas tampoco le agregará gran cosa al PIB. El gasto de hacerla y operarla impulsa la demanda en Tabasco, pero eso no es agregar valor y el grueso de esta demanda no será permanente. Además, el consumo de gasolina comenzará a descender en un futuro cercano por la transición a autos eléctricos.
El Estado debe impulsar el desarrollo. Pero es un error hacerlo como inversionista y peor aún en sectores de baja eficiencia y en tecnologías maduras de alto costo de capital y márgenes bajos. El Gobierno mexicano no tiene capacidades empresariales. Lo veremos en la ocurrencia de la empresa estatal de litio, similar a la estrategia seguida por Bolivia, donde no se extrae nada de litio, a pesar de tener las mayores reservas mundiales del mineral. En Chile y Argentina, se les dejó a los privados. En 2019 se produjeron 18 mil y 6.4 mil toneladas, respectivamente, y pagan derechos al Estado.
Pero a nuestro Gobierno no le gusta apoyar al sector privado. Menos aún inyectarle recursos. Lo entienden como un subsidio, aunque para poder pagar las pensiones de los mexicanos, cuyo costo en 2022 será el 22.3 por ciento del gasto programable del sector público, se requiere cobrar impuestos a quienes generan valor a la economía.
El Gobierno de Estados Unidos dedicará 52 mil millones de dólares a impulsar el desarrollo de plantas de semiconductores en ese país, mas no lo hará directamente, sino con subsidios. El canciller Ebrard, tras la visita de Blinken a nuestro país, presumía que Estados Unidos nos invitó a participar en este proyecto. No dijo cómo lo hará nuestro Gobierno mexicano. Con suerte, no estorbando.
Carlos Elizondo Mayer-Serra