domingo, diciembre 11, 2005
POPULISMO Y LUCHA DE CLASES
En los últimos meses hemos visto renacer, en el discurso de algunos políticos, los temas del populismo y la lucha de clases que muchos creíamos rebasados. Es tanta la confusión con dichos temas que la mayoría de la gente no entiende exactamente qué significan e incluso llegan a decir que el populismo es bueno o que la lucha de clases todavía existe o es válida. México no se caracteriza por tener una población culta, por eso somos presa fácil de los políticos sin escrúpulos que encuentran campo fértil en la ignorancia de la gente para satisfacer su sed de poder y dinero. En este foro he criticado las políticas populistas del pasado y a políticos populistas del presente. He mostrado con ejemplos cuando una propuesta es populista y cuando no. Sin embargo, todo parece indicar que se tiene que insistir en el tema hasta que quede claro. Pero lo que más me ha alarmado es que en las últimas semanas el discurso populista ha sido condimentado con el de la lucha de clases, lo cual le da tintes aún más peligrosos.
Lamentablemente México es un país mayoritariamente pobre. Poco más de la mitad de la población esta clasificada como pobre y una quinta parte se encuentra en la extrema pobreza. Para uno de cada dos mexicanos le es prácticamente imposible preocuparse por la política del país, por su educación, cuando no sabe si comerá ese día o no. Para la mayoría de ellos la época de elecciones es de bonanza, pues es cuando reciben despensas, dinero, ropa y toda clase de ayuda con tal de ganar su voto. Muchos de ellos complementan sus ingresos con apoyos del gobierno tales como “Contigo” y “Procampo” sin los cuales caerían en la miseria total. Bajo esta perspectiva es fácil entender porque el discurso populista de un político seduce a las mayorías. Para quien no tiene casi nada, que subsiste día con día, que le prometan que le darán dinero, comida o lo que sea, convence. Pocos de ellos entienden que el Gobierno no genera dinero, que todo lo que distribuye, gasta o invierte, proviene de los propios impuestos que cobra a todos los ciudadanos. Para la gran mayoría de los mexicanos el Gobierno sigue siendo el máximo benefactor, la entidad que debe resolver todos los problemas. La mayoría de los políticos se aprovechan de esta ignorancia para llevar agua a su molino, para mantenerse en el poder, para seguir sangrando al Erario, viviendo de los impuestos de quienes si trabajamos.
Una de las obligaciones de todo gobierno es la de crear las condiciones para que exista una sociedad lo más equilibrada posible, que haya oportunidades para todos, salud, educación, seguridad. Es por eso que, cuando hay niveles de pobreza y marginación como los que tenemos en nuestro País, es una obligación del gobierno dar apoyos como “Contigo” y “Procampo”, sin embargo, la diferencia entre una propuesta o política populista de una auténtica política social estriba en la manera de hacerse de recursos para satisfacer esa necesidad. Cuando escuchen a un político prometer que aumentará el gasto en educación, que aumentará los subsidios a los pobres, que dará una pensión a todos los mayores de 75 años, en fin cualquier gasto, sin decir de donde obtendrá los recursos para tal propósito, estamos ante una propuesta o política 100% populista. Populismo no es prometer cosas a los pobres; populismo no es tratar de erradicar la pobreza, o disminuir las inequidades; populismo no es hacer mega obras; todo eso esta bien y es responsabilidad de todo gobierno siempre y cuando se diga, se aclare, de dónde vendrán los recursos para pagar esos gastos. Cuando aquí hemos dicho que los gobiernos de Luis Echeverría y de José López Portillo fueron populistas en los 70’s y a principios de los 80’s no fue tanto por las obras que hicieron o por los incrementos salariales así como prestaciones que otorgaron a los burócratas, sino porque todo eso que gastaron lo cubrieron con deuda pública, con devaluaciones, e imprimiendo dinero sin respaldo.
Un gobernante populista es un gobernante a medias, incompleto. Se enfoca simplemente a gastar a manos llenas sin cuidar las finanzas del gobierno. Un gobernante completo debe cuidar tanto los egresos como los ingresos, pues de lo contrario estaría generando una crisis en el mediano y largo plazo, estaría hipotecando el futuro, es como si yo comprara un auto, lo disfrutara, lo usara, pero quienes pagarían la factura serían mis hijos, sin siquiera haber gozado del automóvil. Eso es lo que sucedió con México, hoy estamos pagando los gastos que hicieron de 1970 a 1982, estamos pagando por los privilegios que se otorgaron entonces a los burócratas, a sus fondos de pensiones. Muchos cegados por su ideología, por su intransigencia o por su ignorancia, no quieren aceptar esta realidad. Por eso, hoy cuando escuchamos discursos populistas, donde nos prometen que se darán pensiones a todos los mayores de 70 años (sin importar que nivel socioeconómico tengan, sin importar si tienen o no alguna otra pensión), que habrá un gasto público en educación equivalente al 8% del PIB, que el gasto en investigación científica será del 1% del PIB, que todos los alimentos y medicinas no causarán IVA (sin importar si son alimentos de lujo o si son ricos o clasemedieros quienes compran esos alimentos, sin tomar en cuenta el hecho de que la gran mayoría de los pobres en México viven en zonas rurales donde compran sus alimentos tianguis y mercados que no causarían IVA), entre otras muchas cosas, pero no se nos dice de dónde vendrá el dinero, no se nos aclara cómo se tendrán finanzas sanas, o si habrá nuevos impuestos, cuando escuchemos lo anterior estaremos ante un populismo descarado que sólo ocasionará que el país siga en crisis, que los pobres sigan en esa condición, que no se generen empleos, que el pueblo siga esperando las soluciones desde arriba en lugar de buscar su propio desarrollo, y eso si, tendremos un político muy popular, con muchos votos, administrando la pobreza en lugar de erradicarla.
El populismo en el discurso no es tan grave pues todos los políticos, ante un proceso electoral, son populistas en mayor o menor grado. Todos prometen cosas que no están seguros si cumplirán pues muchas de ellas no están en sus manos. Sin embargo, cuando llegan al poder ven la realidad y si son buenos gobernantes, o al menos regulares, buscarán mantener las finanzas públicas sanas. Pero si el discurso populista se mezcla con la lucha de clases, entonces si estamos ante un grave problema. La lucha de clases, como su nombre lo indica, es sinónimo de violencia, de intolerancia, de intransigencia, de desacuerdo. Hablar de una lucha entre clases significa hablar de división de la sociedad, de antagonismo, de enemistad. ¿Cómo puede haber dialogo en una sociedad cuando se apela a la lucha de clases si, por definición, ésta significa que las clases sociales tienen objetivos distintos, irreconciliables? La lucha de clases es tan intolerante como el racismo, no hay posibilidad de un acuerdo. Todo aquél que recurra a esta filosofía o ideología, la división de la sociedad en clases, como argumento para justificar su ambición por el poder, como pretexto para aglutinar a un sector de la sociedad en una lucha fraticida, es un apátrida, pues no busca el beneficio de la Nación como un todo, sino que, por medio de la fragmentación de la misma, pretende destruir una parte de ella para crear una utopía aunque en el camino la destruya toda.
Muchos afirman que si existe una lucha de clases partiendo del hecho de que si existen clases sociales. Nadie pretende negar que se puede dividir a la sociedad, en sectores o niveles económicos como forma de estudio, pero dichos niveles son arbitrarios, ¿Cómo podemos definir donde empieza la clase trabajadora y dónde la burguesía? ¿Y la clase media dónde queda? He leído incluso la aberración de que la clase media no existe o de que ésta ha sido prostituida por la clase alta, por los ricos, y por ende han perdido toda probidad moral. En fin, se crean tantas definiciones con tal de justificar la existencia de dos grupos antagónicos en la sociedad, cuando se ha probado, innumerables veces, que cualquier grupo de personas, a través del tiempo, van creando diferencias económicas entre si que dependen directamente de las diferencias físicas e intelectuales de cada individuo. Veamos hoy a esas dizque naciones comunistas, que aún existen, en el mundo ¿Hay o no hay clases sociales en el comunismo? Claro que las hay; la antigua burguesía, la aristocracia, los ricos, fueron aniquilados o expulsados del país, pero fueron sustituidos por los burócratas, por los militantes y gobernantes del partido comunista. Ellos viven en las mejores casas, comen de lo mejor, tienen autos lujosísimos, mientras que la gran mayoría del pueblo se sumerge en la pobreza. Dicha repartición inequitativa de la riqueza sólo se compara a la que existía en la edad media, cuando un puñado de “nobles” tenía toda la tierra, toda la riqueza, y el pueblo era prácticamente esclavo de “su señor”.
La lucha de clases tuvo un momento en la historia, un lugar, hace poco más de 100 años. En el inicio de la era industrial, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la clase trabajadora, los obreros en general, eran explotados por la burguesía, dueña de los medios de producción. En aquél entonces no tenían prestaciones, los sueldos eran raquíticos, no había día de descanso, ni vacaciones, ni seguridad social, ni jubilaciones. A los dueños del capital no les interesaba el bienestar de sus trabajadores, lo único que importaba era producir más, vender más, ganar más. Sin llegar a decir que la clase trabajadora hoy esta en la Gloria, pero aceptando también que se ha avanzado mucho en material laboral, podemos decir que las cosas son muy distintas hoy en día. Los dueños del capital aún buscan maximizar sus ganancias, y lo seguirán haciendo mientras haya seres humanos en este planeta, pero las condiciones laborales han cambiado, hoy la mayoría de los empresarios se preocupan por la capacitación y bienestar de sus trabajadores, no por filantropía, sino porque saben que un trabajador contento y saludable es mucho más productivo que uno enfermo y cansado. Hoy, cuando la globalización exige que las empresas tengan productos con calidad excelente, un nivel de servicio de primera, productos mas tecnificados, mas elaborados, el valor de los trabajadores en una empresa es muy alto. Se busca minimizar la rotación (que afecta directamente a la calidad y a la producción) con mejores empleos, con prestaciones, con entrenamiento. Nadie niega que hay todavía muchos empresarios que explotan a sus trabajadores, que no les importa, pero cada vez son menos. Hoy estamos precisamente en un punto medio donde muchas empresas trasnacionales han movido sus fábricas a países en desarrollo donde las leyes laborales no son tan estrictas, para pagar sueldos bajos y con pocas o nulas prestaciones, pero la tendencia, en esos lugares, siempre ha sido al crecimiento económico, mejores sueldos y más prestaciones.
Sin embargo el otro lado de la moneda no canta tan mal las rancheras. Los movimientos sindicales han dado muchos frutos para bien de la clase trabajadora. Hoy se cuenta, como mínimo, con un día de descanso a la semana, jornadas de 8 horas, vacaciones, aguinaldo, jubilación, y hasta reparto de utilidades. Pero también hay muchos sindicatos que se han corrompido, que se han prostituido con el gobierno, con partidos políticos en detrimento de sus agremiados. De este modo vemos líderes sindicales podridos en billetes, viviendo en casas lujosísimas, impidiendo elecciones libres y secretas en sus sindicatos, mientras que sus “correligionarios” viven en la pobreza. No, clamar por la lucha de clases no trae nada bueno, al contrario, sólo agrava las cosas, nos divide. Todos los mexicanos debemos convivir en una relación simbiótica, de mutuo beneficio. Los dueños del capital necesitan de la mano de obra, sin ella los medios de producción no producen. Además, ¿quién comprará los productos y servicios que las empresas ofrecen si la clase trabajadora no tiene suficiente nivel económico? Los empresarios inteligentes saben que la clase trabajadora representa a sus clientes potenciales, directa o indirectamente. Los inversionistas, los dueños del capital, saben que si una economía crece, que si la población mejora, representará mayores oportunidades de negocio. De igual forma los trabajadores requieren de los dueños del capital para la generación de empleos. Es un círculo virtuoso, una simbiosis.
Yo he visto cómo individuos con las mismas oportunidades, con los mismos medios, lograron distintas cosas a través del tiempo. En el ejido donde crecí todos tenían, en un principio, la misma extensión de tierra, todos eran iguales en nivel económico. Pero hubo algunos que trabajaron más que otros, que, además de la tierra, pusieron tiendas o adquirieron un camión para trabajar cuando la tierra no lo necesitaba. Con el paso del tiempo, unos cuantos tuvieron más que los demás, mejores casas, dinero, autos. La población creció y no había más tierra por repartir, así que muchos de la segunda o tercera generación se volvieron jornaleros, sobre todo aquellos cuyos padres no hicieron nada por crecer. Su crecimiento se vio detenido. En cambio otros, los menos, al tener mejor nivel económico, pudieron ofrecer más oportunidades a sus hijos y éstos crecieron aún más que sus padres. A la vuelta de 5 décadas “aparecieron” las clases sociales, pero de manera natural, dónde la diferencia estribó en la inteligencia y las ganas de trabajar del individuo, y no en la propiedad de los bienes de producción, pues todos tenían lo mismo.
El mismo caso se repitió, a manera de experimento socioeconómico, en un poblado menonita en Argentina. El pasado fin de semana El Norte publicó un reportaje sobre un grupo de menonitas ortodoxos que emigraron de México a Argentina a principios de los 70’s. Todos llegaron en igualdad de condiciones, y adquirieron pedazos iguales de tierra. Pero por la alta tasa de natalidad que ellos tienen (de 10 a 12 hijos por familia en promedio) su población se duplica cada 18 años, así que, con el paso del tiempo, nuevas generaciones llegan a la edad productiva cuando sus padres aún son relativamente jóvenes, la tierra es finita y no se subdivide entre los hijos. De ese modo, en poco tiempo se “generó” una clase trabajadora entre las siguientes generaciones, que al no contar con tierra empezaron a ser asalariados, jornaleros, de quienes si tenían tierra. Sobra decir que el nivel económico entre quienes tienen la tierra y los que la trabajan es muy distinto. Sólo algunos que se especializaron en algún servicio distinto a la labranza, como la carpintería, pudieron evitar esa realidad.
Los niveles socioeconómicos siempre existirán, es una utopía pretender la uniformidad entre las personas cuando, como individuos, somos distintos unos de otros, en inteligencia, en ambición, en fuerza física. Siembre habrá quienes trabajen más que otros, que sean más inteligentes, y que logren más. Usar a la lucha de clases como argumento sólo nos divide y debilita como nación. Lo inteligente es buscar maximizar la relación entre los distintos estratos económicos en una sociedad para maximizar los beneficios y minimizar los perjuicios. Ese sería el discurso inteligente; buscar que los inversionistas generen empleos, buenos y bien pagados, y que los trabajadores usen su trabajo como detonante de su propio crecimiento. Todo lo demás es populismo, demagogia, una utopía.
Por Dany Portales
Lamentablemente México es un país mayoritariamente pobre. Poco más de la mitad de la población esta clasificada como pobre y una quinta parte se encuentra en la extrema pobreza. Para uno de cada dos mexicanos le es prácticamente imposible preocuparse por la política del país, por su educación, cuando no sabe si comerá ese día o no. Para la mayoría de ellos la época de elecciones es de bonanza, pues es cuando reciben despensas, dinero, ropa y toda clase de ayuda con tal de ganar su voto. Muchos de ellos complementan sus ingresos con apoyos del gobierno tales como “Contigo” y “Procampo” sin los cuales caerían en la miseria total. Bajo esta perspectiva es fácil entender porque el discurso populista de un político seduce a las mayorías. Para quien no tiene casi nada, que subsiste día con día, que le prometan que le darán dinero, comida o lo que sea, convence. Pocos de ellos entienden que el Gobierno no genera dinero, que todo lo que distribuye, gasta o invierte, proviene de los propios impuestos que cobra a todos los ciudadanos. Para la gran mayoría de los mexicanos el Gobierno sigue siendo el máximo benefactor, la entidad que debe resolver todos los problemas. La mayoría de los políticos se aprovechan de esta ignorancia para llevar agua a su molino, para mantenerse en el poder, para seguir sangrando al Erario, viviendo de los impuestos de quienes si trabajamos.
Una de las obligaciones de todo gobierno es la de crear las condiciones para que exista una sociedad lo más equilibrada posible, que haya oportunidades para todos, salud, educación, seguridad. Es por eso que, cuando hay niveles de pobreza y marginación como los que tenemos en nuestro País, es una obligación del gobierno dar apoyos como “Contigo” y “Procampo”, sin embargo, la diferencia entre una propuesta o política populista de una auténtica política social estriba en la manera de hacerse de recursos para satisfacer esa necesidad. Cuando escuchen a un político prometer que aumentará el gasto en educación, que aumentará los subsidios a los pobres, que dará una pensión a todos los mayores de 75 años, en fin cualquier gasto, sin decir de donde obtendrá los recursos para tal propósito, estamos ante una propuesta o política 100% populista. Populismo no es prometer cosas a los pobres; populismo no es tratar de erradicar la pobreza, o disminuir las inequidades; populismo no es hacer mega obras; todo eso esta bien y es responsabilidad de todo gobierno siempre y cuando se diga, se aclare, de dónde vendrán los recursos para pagar esos gastos. Cuando aquí hemos dicho que los gobiernos de Luis Echeverría y de José López Portillo fueron populistas en los 70’s y a principios de los 80’s no fue tanto por las obras que hicieron o por los incrementos salariales así como prestaciones que otorgaron a los burócratas, sino porque todo eso que gastaron lo cubrieron con deuda pública, con devaluaciones, e imprimiendo dinero sin respaldo.
Un gobernante populista es un gobernante a medias, incompleto. Se enfoca simplemente a gastar a manos llenas sin cuidar las finanzas del gobierno. Un gobernante completo debe cuidar tanto los egresos como los ingresos, pues de lo contrario estaría generando una crisis en el mediano y largo plazo, estaría hipotecando el futuro, es como si yo comprara un auto, lo disfrutara, lo usara, pero quienes pagarían la factura serían mis hijos, sin siquiera haber gozado del automóvil. Eso es lo que sucedió con México, hoy estamos pagando los gastos que hicieron de 1970 a 1982, estamos pagando por los privilegios que se otorgaron entonces a los burócratas, a sus fondos de pensiones. Muchos cegados por su ideología, por su intransigencia o por su ignorancia, no quieren aceptar esta realidad. Por eso, hoy cuando escuchamos discursos populistas, donde nos prometen que se darán pensiones a todos los mayores de 70 años (sin importar que nivel socioeconómico tengan, sin importar si tienen o no alguna otra pensión), que habrá un gasto público en educación equivalente al 8% del PIB, que el gasto en investigación científica será del 1% del PIB, que todos los alimentos y medicinas no causarán IVA (sin importar si son alimentos de lujo o si son ricos o clasemedieros quienes compran esos alimentos, sin tomar en cuenta el hecho de que la gran mayoría de los pobres en México viven en zonas rurales donde compran sus alimentos tianguis y mercados que no causarían IVA), entre otras muchas cosas, pero no se nos dice de dónde vendrá el dinero, no se nos aclara cómo se tendrán finanzas sanas, o si habrá nuevos impuestos, cuando escuchemos lo anterior estaremos ante un populismo descarado que sólo ocasionará que el país siga en crisis, que los pobres sigan en esa condición, que no se generen empleos, que el pueblo siga esperando las soluciones desde arriba en lugar de buscar su propio desarrollo, y eso si, tendremos un político muy popular, con muchos votos, administrando la pobreza en lugar de erradicarla.
El populismo en el discurso no es tan grave pues todos los políticos, ante un proceso electoral, son populistas en mayor o menor grado. Todos prometen cosas que no están seguros si cumplirán pues muchas de ellas no están en sus manos. Sin embargo, cuando llegan al poder ven la realidad y si son buenos gobernantes, o al menos regulares, buscarán mantener las finanzas públicas sanas. Pero si el discurso populista se mezcla con la lucha de clases, entonces si estamos ante un grave problema. La lucha de clases, como su nombre lo indica, es sinónimo de violencia, de intolerancia, de intransigencia, de desacuerdo. Hablar de una lucha entre clases significa hablar de división de la sociedad, de antagonismo, de enemistad. ¿Cómo puede haber dialogo en una sociedad cuando se apela a la lucha de clases si, por definición, ésta significa que las clases sociales tienen objetivos distintos, irreconciliables? La lucha de clases es tan intolerante como el racismo, no hay posibilidad de un acuerdo. Todo aquél que recurra a esta filosofía o ideología, la división de la sociedad en clases, como argumento para justificar su ambición por el poder, como pretexto para aglutinar a un sector de la sociedad en una lucha fraticida, es un apátrida, pues no busca el beneficio de la Nación como un todo, sino que, por medio de la fragmentación de la misma, pretende destruir una parte de ella para crear una utopía aunque en el camino la destruya toda.
Muchos afirman que si existe una lucha de clases partiendo del hecho de que si existen clases sociales. Nadie pretende negar que se puede dividir a la sociedad, en sectores o niveles económicos como forma de estudio, pero dichos niveles son arbitrarios, ¿Cómo podemos definir donde empieza la clase trabajadora y dónde la burguesía? ¿Y la clase media dónde queda? He leído incluso la aberración de que la clase media no existe o de que ésta ha sido prostituida por la clase alta, por los ricos, y por ende han perdido toda probidad moral. En fin, se crean tantas definiciones con tal de justificar la existencia de dos grupos antagónicos en la sociedad, cuando se ha probado, innumerables veces, que cualquier grupo de personas, a través del tiempo, van creando diferencias económicas entre si que dependen directamente de las diferencias físicas e intelectuales de cada individuo. Veamos hoy a esas dizque naciones comunistas, que aún existen, en el mundo ¿Hay o no hay clases sociales en el comunismo? Claro que las hay; la antigua burguesía, la aristocracia, los ricos, fueron aniquilados o expulsados del país, pero fueron sustituidos por los burócratas, por los militantes y gobernantes del partido comunista. Ellos viven en las mejores casas, comen de lo mejor, tienen autos lujosísimos, mientras que la gran mayoría del pueblo se sumerge en la pobreza. Dicha repartición inequitativa de la riqueza sólo se compara a la que existía en la edad media, cuando un puñado de “nobles” tenía toda la tierra, toda la riqueza, y el pueblo era prácticamente esclavo de “su señor”.
La lucha de clases tuvo un momento en la historia, un lugar, hace poco más de 100 años. En el inicio de la era industrial, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, la clase trabajadora, los obreros en general, eran explotados por la burguesía, dueña de los medios de producción. En aquél entonces no tenían prestaciones, los sueldos eran raquíticos, no había día de descanso, ni vacaciones, ni seguridad social, ni jubilaciones. A los dueños del capital no les interesaba el bienestar de sus trabajadores, lo único que importaba era producir más, vender más, ganar más. Sin llegar a decir que la clase trabajadora hoy esta en la Gloria, pero aceptando también que se ha avanzado mucho en material laboral, podemos decir que las cosas son muy distintas hoy en día. Los dueños del capital aún buscan maximizar sus ganancias, y lo seguirán haciendo mientras haya seres humanos en este planeta, pero las condiciones laborales han cambiado, hoy la mayoría de los empresarios se preocupan por la capacitación y bienestar de sus trabajadores, no por filantropía, sino porque saben que un trabajador contento y saludable es mucho más productivo que uno enfermo y cansado. Hoy, cuando la globalización exige que las empresas tengan productos con calidad excelente, un nivel de servicio de primera, productos mas tecnificados, mas elaborados, el valor de los trabajadores en una empresa es muy alto. Se busca minimizar la rotación (que afecta directamente a la calidad y a la producción) con mejores empleos, con prestaciones, con entrenamiento. Nadie niega que hay todavía muchos empresarios que explotan a sus trabajadores, que no les importa, pero cada vez son menos. Hoy estamos precisamente en un punto medio donde muchas empresas trasnacionales han movido sus fábricas a países en desarrollo donde las leyes laborales no son tan estrictas, para pagar sueldos bajos y con pocas o nulas prestaciones, pero la tendencia, en esos lugares, siempre ha sido al crecimiento económico, mejores sueldos y más prestaciones.
Sin embargo el otro lado de la moneda no canta tan mal las rancheras. Los movimientos sindicales han dado muchos frutos para bien de la clase trabajadora. Hoy se cuenta, como mínimo, con un día de descanso a la semana, jornadas de 8 horas, vacaciones, aguinaldo, jubilación, y hasta reparto de utilidades. Pero también hay muchos sindicatos que se han corrompido, que se han prostituido con el gobierno, con partidos políticos en detrimento de sus agremiados. De este modo vemos líderes sindicales podridos en billetes, viviendo en casas lujosísimas, impidiendo elecciones libres y secretas en sus sindicatos, mientras que sus “correligionarios” viven en la pobreza. No, clamar por la lucha de clases no trae nada bueno, al contrario, sólo agrava las cosas, nos divide. Todos los mexicanos debemos convivir en una relación simbiótica, de mutuo beneficio. Los dueños del capital necesitan de la mano de obra, sin ella los medios de producción no producen. Además, ¿quién comprará los productos y servicios que las empresas ofrecen si la clase trabajadora no tiene suficiente nivel económico? Los empresarios inteligentes saben que la clase trabajadora representa a sus clientes potenciales, directa o indirectamente. Los inversionistas, los dueños del capital, saben que si una economía crece, que si la población mejora, representará mayores oportunidades de negocio. De igual forma los trabajadores requieren de los dueños del capital para la generación de empleos. Es un círculo virtuoso, una simbiosis.
Yo he visto cómo individuos con las mismas oportunidades, con los mismos medios, lograron distintas cosas a través del tiempo. En el ejido donde crecí todos tenían, en un principio, la misma extensión de tierra, todos eran iguales en nivel económico. Pero hubo algunos que trabajaron más que otros, que, además de la tierra, pusieron tiendas o adquirieron un camión para trabajar cuando la tierra no lo necesitaba. Con el paso del tiempo, unos cuantos tuvieron más que los demás, mejores casas, dinero, autos. La población creció y no había más tierra por repartir, así que muchos de la segunda o tercera generación se volvieron jornaleros, sobre todo aquellos cuyos padres no hicieron nada por crecer. Su crecimiento se vio detenido. En cambio otros, los menos, al tener mejor nivel económico, pudieron ofrecer más oportunidades a sus hijos y éstos crecieron aún más que sus padres. A la vuelta de 5 décadas “aparecieron” las clases sociales, pero de manera natural, dónde la diferencia estribó en la inteligencia y las ganas de trabajar del individuo, y no en la propiedad de los bienes de producción, pues todos tenían lo mismo.
El mismo caso se repitió, a manera de experimento socioeconómico, en un poblado menonita en Argentina. El pasado fin de semana El Norte publicó un reportaje sobre un grupo de menonitas ortodoxos que emigraron de México a Argentina a principios de los 70’s. Todos llegaron en igualdad de condiciones, y adquirieron pedazos iguales de tierra. Pero por la alta tasa de natalidad que ellos tienen (de 10 a 12 hijos por familia en promedio) su población se duplica cada 18 años, así que, con el paso del tiempo, nuevas generaciones llegan a la edad productiva cuando sus padres aún son relativamente jóvenes, la tierra es finita y no se subdivide entre los hijos. De ese modo, en poco tiempo se “generó” una clase trabajadora entre las siguientes generaciones, que al no contar con tierra empezaron a ser asalariados, jornaleros, de quienes si tenían tierra. Sobra decir que el nivel económico entre quienes tienen la tierra y los que la trabajan es muy distinto. Sólo algunos que se especializaron en algún servicio distinto a la labranza, como la carpintería, pudieron evitar esa realidad.
Los niveles socioeconómicos siempre existirán, es una utopía pretender la uniformidad entre las personas cuando, como individuos, somos distintos unos de otros, en inteligencia, en ambición, en fuerza física. Siembre habrá quienes trabajen más que otros, que sean más inteligentes, y que logren más. Usar a la lucha de clases como argumento sólo nos divide y debilita como nación. Lo inteligente es buscar maximizar la relación entre los distintos estratos económicos en una sociedad para maximizar los beneficios y minimizar los perjuicios. Ese sería el discurso inteligente; buscar que los inversionistas generen empleos, buenos y bien pagados, y que los trabajadores usen su trabajo como detonante de su propio crecimiento. Todo lo demás es populismo, demagogia, una utopía.
Por Dany Portales
Comments:
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POPULISMO es tratar de manipular los sentimientos de las personas aludiendo a su necesidad, a sus miedos y a sus creencias....exactamente lo que se esta haciendo en este sitio
LA LUCHA DE CLASES es cosa del pasado, como si la diferencia de clases no se pudiera ver por doquier, y como si las clases altas no se sientieran desesperadas y temerosas (al punto de estarse orinando en los pantalones) de que las masas progresistas ejerzan sus derechos naturales....prueba de ellos son estos sitios de odio :) Son acaso los pobres y los desamparados los que escriben estos blogs? Es un mensaje conciliador y de progreso el que envian sitios como este?
EL PUEBLO YA CAMBIO! cada vez es mas dificil de manipular :)
LA LUCHA DE CLASES es cosa del pasado, como si la diferencia de clases no se pudiera ver por doquier, y como si las clases altas no se sientieran desesperadas y temerosas (al punto de estarse orinando en los pantalones) de que las masas progresistas ejerzan sus derechos naturales....prueba de ellos son estos sitios de odio :) Son acaso los pobres y los desamparados los que escriben estos blogs? Es un mensaje conciliador y de progreso el que envian sitios como este?
EL PUEBLO YA CAMBIO! cada vez es mas dificil de manipular :)
las "masas progresistas" .... Y dices que la lucha de clases es cosa del pasado.
Este blog es en contra de AMLO, por que su mensaje no es ni conciliador ni de progreso. Sus propuestas no son otra cosa que administrar la pobreza.
El pueblo sigue siendo manipulado con propuestas populistas y demagogicas como decir que se aumentara el sueldo un 20% a quienes ganas menos de 9 mil pesos al mes.
El Erario no es infinito.
El hecho que haya gente que todavia crea en el masianismo es prueba de que el pueblo sigue siendo manipulable.
saludos
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Este blog es en contra de AMLO, por que su mensaje no es ni conciliador ni de progreso. Sus propuestas no son otra cosa que administrar la pobreza.
El pueblo sigue siendo manipulado con propuestas populistas y demagogicas como decir que se aumentara el sueldo un 20% a quienes ganas menos de 9 mil pesos al mes.
El Erario no es infinito.
El hecho que haya gente que todavia crea en el masianismo es prueba de que el pueblo sigue siendo manipulable.
saludos
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